Si miramos en el santoral del día 29 de noviembre, leemos: BEATA TERESA CEJUDO REDONDO, Mártir (1890-1936). Beatificada en el año 2007.
Hasta aquí, nada llamativo, porque son muchos los santos y beatos que cada día la iglesia recuerda y, recientemente, muchos los mártires de la guerra que se han beatificado o canonizado.
Pero... ¿y si esa persona es alumna concepcionista? Pues ya la noticia va tomando otro cariz ¿verdad?
Por eso hoy no queremos dejar terminar este día sin recordar juntos a la BEATA TERESA CEJUDO, que nació en Pozoblanco (Córdoba) y que fue educada en el colegio de las Religiosas Concepcionistas Misioneras de la Enseñanza hasta los 15 años, donde destacó por su inteligencia y sacrificio. Perdió a su madre muy joven, por eso tuvo que dejar el colegio para cuidar de sus hermanos pequeños.
Se casó y tuvo una hija. Pertenecía a la Acción Católica y era cooperadora salesiana.
Cuando en tiempos de la guerra los cristianos eran perseguidos ella fue apresada por su condición de propagandista católica. Durante su prisión se mantuvo siempre serena y tranquila, animando a los otros presos y siendo modelo de caridad. A la hora de las comidas servía primero a los demás, y ella comía de lo sobrante. Hasta cambió sus vestidos con las compañeras de prisión para morir pobre. Fue condenada a muerte junto a otros dieciséis católicos.
Después de despedirse de sus hermanas y de su hija, el 20 de septiembre fue ejecutada. Quiso ser la última en morir para poder animar a sus compañeros de martirio con la esperanza de la vida eterna. Sus últimas palabras fueron: "¡Os perdono, hermanos! ¡Viva Cristo Rey!"
Su nieta, Pilar Caballero, relata: "En esos tiempos tan difíciles, ayudaba a repartir alimentos a las familias más sencillas, a enseñar a leer y a escribir a esos niños que por motivos sociales no podían acceder a un colegio. Una labor muy importante a nivel social, y religioso, lógicamente".
Un testimonio que refleja un verdadero espíritu concepcionista en la Beata Teresa, que como Santa Carmen Sallés, vivió con gran inquietud por las personas más necesitadas, en especial por los niños y, respondiendo a la llamada del Maestro de enseñar al que no sabe, de abrir las puertas de la cultura para erradicar desde ahí las situaciones de pobreza.
La vida de los mártires nos cuestionan, nos produce escalofríos leer sus testimonios de vida, la entereza ante la muerte, la fortaleza en la fe, en la esperanza y sus ejemplos de caridad.
Aunque leer todo esto parece ponernos el listón muy alto y nos vemos frágiles y pecadores en nuestra vivencia del cristianismo, no podemos olvidar que TODOS ESTAMOS LLAMADOS A SER SANTOS, a vivir al menos intentándolo... La gracia de Dios es quien puede concedernos vivir en mayor perfección e ir puliendo esas aristas de nuestra vida que nos impiden ser "santos e irreprochables ante Él por el amor". (Ef. 1, 4)
BEATA TERESA CEJUDO REDONDO