Pablo Domínguez fue una buena persona y un buen cura. Como tantísimos otros. Y ésta era ya de por sí una buena razón para hacer una película sobre él. Pero si además descubrimos que su estela está transformando a multitud de personas después de su muerte, la historia se antoja aún más interesante de contar. Eso es lo que pensó Juan Manuel Cotelo, director y productor de "La última cima". Lo último en cine alternativo: una película española sobre un cura bueno, argumento bastante inusual en estos días aciagos. Sorprendente, cuando menos. Sobre todo si tenemos en cuenta que, aún sin estrenar, ya se han interesado por ella más de 20 países, en sólo tres semanas ha habido 200.000 descargas del trailer desde la página web y multitud de personas anónimas de 80 países, sin haber visto la película, escriben preguntando sencillamente "¿qué puedo hacer yo para que se vea?"La conclusión quizá sea que hay una enorme necesidad de esta película. Algo debe tener. Fiel al estilo de su protagonista, "la película no es un discurso, dice Cotelo, son personas que hablan con el corazón, que cuentan de qué modo ha afectado a sus vidas el hecho de conocer a Pablo. Cómo escuchaba, cómo nunca hablaba de sí mismo o cómo brillaba su alegría en los momentos más difíciles; o con qué naturalidad amaba a Dios como Padre y amigo, siendo él un intelectual, un doctor en Teología y en Filosofía". Y ése es precisamente el objetivo de La última cima. "No es una película sólo para creyentes, sino para todo tipo de público", recomienda Cotelo; y él sabe por qué lo dice. "Es un ejemplo vivo y cercano de una fe que está al alcance de cualquiera. En definitiva, una historia de Amor". La última cima muestra la huella profunda que puede dejar un buen sacerdote en las personas con las que se cruza. Y que revela cómo, después de su muerte, Pablo sigue coronando cimas en las almas de miles de personas, conmovidas por el ejemplo de su vida, de su enorme fe, de su entrega a todos, de su alegría sin límites. Vivimos un tiempo en que los sacerdotes son tratados en el cine, en la televisión, en la prensa, como seres perversos o caricaturescos. Especialmente en España. Y son miles los sacerdotes generosos, alegres, serviciales, humildes… Sacerdotes anónimos que sirven a Dios, sirviendo a los demás. Ésos son los sacerdotes buenos de los que nadie habla, que son casi todos. Sacerdotes como Pablo Domínguez, que fue precisamente eso, un buen cura. Nada más. Y nada menos. ¡No podéis quedaros sin verla!!!
Para consultar fechas y salas pincha aquí: http://www.laultimacima.com/