lunes, 24 de octubre de 2016

ECOS DEL PENSAMIENTO DE STA. CARMEN Nº 23

“La alabanza a la Santísima Trinidad –Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo- debe aparecer con frecuencia en nuestros labios, como brote espontáneo del corazón. Es la respuesta a su presencia en nosotros”.

REFLEXIÓN de M. Mª Jesús Mora, rcm

Toda nuestra vida está tejida en relación con Dios, en relación con los otros. No podemos entendernos a nosotros mismos ni ser felices, sino es con y junto a los otros.
Y es que... llevamos en nuestro ser el corazón de Dios. Somos, expresión de amor y estamos hechos, configurados para amar y ser amados, para dar y recibir amor. Nuestro nombre, como el de Dios, es también “amor”. Un amor que recibimos y que damos aquí en la tierra, y que sí, es un amor limitado -porque no somos capaces de darnos en la medida de nuestros deseos-  pero un amor con un sello de eternidad. ¿Os habéis dado cuenta de que todos los días al rezar el Padre nuestro, pedimos que se cumpla su voluntad así “en la tierra como en el cielo”? ¿Por qué en la tierra como en el cielo? ¿Por qué en el cielo? Un día me hice esta pregunta y mi corazón encontró una respuesta: ese amor que recibo aquí, ese amor que doy aquí, no terminará nunca, se continuará en el cielo; ese empeño incansable de Dios de amar, se perpetuará en la eternidad... “en la tierra como en el cielo”.

Llegará el día en que veamos a Dios cara a cara y que con una sonrisa le podamos decir en el corazón: “Señor, me amaste... yo, pobremente, pero con todas mis fuerzas, amé y te sentí dentro de mí. Y ahora, por fin, aquí, contigo para siempre, este amor se hace total y eterno”.


miércoles, 19 de octubre de 2016

CUANDO LOS SUEÑOS SE HACEN REALIDAD

Compartir nuestros sueños es algo maravilloso, que nos une y nos hace compartir lo que soñamos participando de las ilusiones ajenas como si fueran también nuestras. Cuando esos sueños se hacen realidad, el gozo es mucho mayor y esa realidad compartida se convierte en invitación para animarnos a seguir luchando por los sueños propios para verlos un día también hechos realidad.
M. María Sáiz, acompañó este verano  a un grupo de voluntarios de la ONG "SIEMPRE ADELANTE" a realizar el proyecto misionero en Consuelo (R. Dominicana). Le agradecemos su artículo y su trabajo en este proyecto solidario.

SOÑAR ES GRATIS, indica mirar hacia adelante, con la mirada atenta, con paso firme y decidido, movida por la pasión de una vocación, con rumbo a veces incierto porque implica dejarse llevar por el Espíritu… También el Papa nos invita a soñar.
Después de 14 años he tenido la oportunidad de volver a tierras dominicanas, donde tengo un pedacito de mi corazón, porque allí viví durante un año de mi vida.
Esta vez el tiempo parecía muy corto, tan solo un mes, pero el tiempo es de Dios, que no mide como nosotros y Él me ha hecho disfrutar, amar, agradecer…cada día sin límites.
Me han pedido que cuente la experiencia de este verano en el PROYECTO MISIONERO CONCEPCIONISTA que lleva a cabo la ONG SIEMPRE ADELANTE a través del voluntariado. Las palabras se quedan cortas para expresar todo lo vivido y compartido, la riqueza del encuentro y de la entrega, el sentir de una mirada y el calor de un abrazo, la escucha atenta y la sonrisa de Dios, la pobreza vivida en fe y la capacidad de amar y de dar hasta lo poco que se tiene, los gestos de humanidad, la acogida, la humildad… es imposible no ver a Dios en medio de esa realidad, porque Él también nació pobre, sencillo, humilde, necesitado, acogedor, feliz… y ahí le he visto, en sus favoritos.
Así lo he visto y así lo hemos vivido los 9 voluntarios que fuimos enviados a esta misión en Consuelo, República Dominicana. Siete españoles y dos mexicanas, todos concepcionistas. Nos hemos sentido familia y así vivimos esos días, desarrollando nuestra misión educativa-evangelizadora con niños por la mañana, por la tarde y “terminada la jornada establecida” con los niños de la calle… que de cualquier parte y enterados de nuestra presencia allí, venían a jugar, a contarnos sus cosas, a curarse, a sentirse mirados, mimados, queridos, escuchados, a recibir alguna galleta y un poco de leche, un jugo o algún caramelo u otra cosa que se ofreciera…
Hemos “descubierto a Cristo en el corazón de los niños”, como bien nos decía Madre Carmen Sallés. Hemos seguido su pedagogía “amad a los niños y sabréis educarlos”  y  QUÉ FELIZ NUESTRA MISIÓN,  hemos entregado nuestra vida a “esos pedacitos de cielo” que todo lo merecen por ser los “anawin” de Dios.

 Me gustaría destacar que hemos vivido la SOLIDARIDAD COMO ENCUENTRO, encuentro con Dios, con los demás y con nosotros mismos.  Los voluntarios iniciábamos la mañana con la oración en la capilla y en este encuentro acogíamos la fortaleza, apoyo, entrega, cruz, paciencia, amor, unión, Vida que recibíamos de Jesús y de María… para después entregar nuestra vida. 
Los días han sido continuos encuentros con los niños, los jóvenes, la gente del pueblo, el ambiente, la cultura,  las familias, muchas de niños apadrinados. Con ellos compartimos realidades diferentes a las nuestras, muy diferentes, pero con la certeza de que COMPARTIR, no sólo dar, ES LA GRAN RIQUEZA. Hemos recibido mucho de las personas, nos han dado lo más valioso de sus vidas, su tiempo, su sonrisa, su acogida, su cariño, su sufrimiento, sus inquietudes,  su plena confianza en Dios… hemos aprendido mucho de su vivencia de fe, de su humanidad, esa a que veces en esta sociedad vamos perdiendo…
Hemos constatado sus necesidades materiales y a la vez lo que nos dice Jesús en el Evangelio, ES POSIBLE VIVIR Y SER FELIZ CON MUY POCO.  Pero en muchos momentos tanta carencia nos ha impactado, nos ha hecho sufrir, compadecernos y hemos salido al encuentro con las ayudas que generosamente habíamos recibido para llevar y gastar allí en ellos.  El material escolar que llevamos desde Pozoblanco ha sido un gran regalo para todos ellos y nos ha facilitado la misión, ya que muchos no tienen nada. También las medicinas y los donativos han llegado directamente a las casas, veréis en la foto que repartimos cajas con comida y no podéis imaginar el agradecimiento de la gente, lágrimas, abrazos, expresiones como “Dios ha entrado en mi casa”, “ha escuchado mi plegaria”, “no teníamos nada para comer hoy”…
Es difícil “resumir” esta experiencia en unas pocas líneas, como decía al principio, pero sí es fácil plasmarlo en una palabra GRACIAS. Pasado un mes en mi corazón sólo brota el agradecimiento de cuánto viví, veo rostros, imágenes que se me han quedado grabadas, miradas, sufrimiento, dolor, alegría, humildad… todo envuelto, como en un regalo, por el AMOR. El AMOR DE DIOS que se hace presente en cada persona y realidad, porque ÉL VIVE EN TI, en mi y en todos nuestros hermanos, especialmente en los más necesitados.
GRACIAS a todas las personas que habéis colaborado económicamente o con el material escolar, todo ha llegado, se ha repartido y se ha gastado conforme a las necesidades. “Bienaventurados los que saben dar sin recordarlo y recibir sin olvidarlo”
GRACIAS también a mis hermanas concepcionistas por su acogida y servicio en nuestra casa de Consuelo, República Dominicana, porque ellas siguen haciendo posible que el Proyecto Misionero se pueda llevar a cabo.
Decía M. Carmen que “la gran riqueza es conformarnos con poco”, que “siempre hemos de estar alegres tanto en la escasez como en la abundancia”, que vivamos agradecidos a tantos favores como recibimos de Dios cada día, porque esto nos llevará al amor y el amor a Cristo y a los demás es lo que me ha impulsado a mí a llegar hasta República Dominicana y ENTREGAR MI VIDA, ALLÍ, AQUÍ Y DONDE DIOS QUIERA COMO RELIGIOSA CONCEPCIONISTA MISIONERA.

M. Maria Saiz, rcm

Voluntarios entregando comida a algunas de las familias del barrio

martes, 11 de octubre de 2016

ECOS DEL PENSAMIENTO DE STA. CARMEN Nº 22

“La Santísima Trinidad en nosotros ¿Se puede pensar en algo superior a esta relación mutua? Adoremos, amemos a la Santísima Trinidad”
 
REFLEXIÓN de M. Andrea Bordas, rcm
 
“En nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo….” ¡Cuántas veces hemos comenzado nuestras celebraciones con estas palabras mientras trazábamos sobre nosotros la señal de la cruz!
¿Casualidad o Providencia, que M. Carmen escribiera la oración a María Inmaculada, pidiendo la bendición del Padre, el amor del Hijo y la gracia del Espíritu Santo, haciendo sobre nosotros la señal de la cruz…?
Quizá, si nos adentráramos en el corazón de M. Carmen, podríamos escucharla decir que para ella: “Todo lo que tengo y soy, como María, está envuelto por la presencia de un Dios que es Trinidad”.
Acercándonos a su rostro, podríamos preguntarla, muy bajito, -¿y eso qué significa?- Ella con sus ojos grandes y azules, sonreiría, y nos diría: “Dios ha decidido caminar contigo cada día, ponerse en tu piel, sentir con tu corazón… es decir, no perderse ni un sólo instante de lo que vives, sientes, te hace sufrir o reír, Él quiere formar parte de tu realidad y tus sueños.
A ti, como a mí, se nos olvida muchas veces esto, y por eso, cuando haces la señal de la cruz, le pides que guíe tus pensamientos, tus sentimientos y tus palabras…así ese Dios Trinidad que sentimos lejano, viene a quedarse contigo, a habitar dentro de ti , vivir contigo cada momento…, Ante esto, nuestro corazón, como el de María, se siente pequeño, agradecido, sorprendido…surge en nosotros la duda ¿un Dios que es Trinidad, conmigo, cada día?
¡Atrévete!, ¡adora!, ¡confía!, porque recibirás de ellos su abrazo, su luz, su fuerza, su consuelo su compañía….¿Le dejas? La puerta de entrada es tan simple como trazar sobre tu cuerpo la señal de la cruz… ¿el resto? déjaselo a Ellos, saben cómo hacerte feliz, ¡nunca fallan!

lunes, 3 de octubre de 2016

JMJ POLONIA 2016

Las primeras experiencias del verano empiezan a llegarnos al blog ¡Qué alegría nos da que seáis generosos en compartir lo vivido y llenarnos a los demás! Fieles a la invitación de Santa Carmen: "Hay que llenarse para dar", y en eso estamos, invitándoos a enviarnos vuestras vivencias e inquietudes para que la riqueza sea mayor.
Los jóvenes concepcionistas que participaron en la Jornada Mundial de la Juventud disfrutaron a lo grande, conocieron varios países de camino a Polonia y afianzaron su fe y su identidad como cristianos en este encuentro internacional donde el lenguaje del amor y la amistad fue el idioma universal en esos días, con gestos sencillos y cercanos nos entendimos, rezamos, vivimos y compartimos. ¡Qué grande es la Iglesia y que don más hermoso el de haber sido bautizados!
Os invito a leer este testimonio de una alumna del colegio de Hortaleza-Madrid que no os dejará indiferentes. Gracias por compartirlo y gracias por hacernos sonreír a través de estas líneas.
 
¿Alguna vez habéis sentido que sois incapaces de dejar de sonreír? Esa sensación me invadió por completo durante toda la JMJ y es la más bonita e inexplicable de todas las que sentido. Los primeros días, estaba tan ilusionada que no me extrañó el hecho de no poder dejar de reírnos, pero me empezó a preocupar cuando incluso rezando laudes a las seis de la mañana, miraba a mi alrededor y veía sonrisas y más sonrisas, incluida la que mis labios esbozaban.
Fue llegar a Lourdes y que toda su agua, su luz y su magia nos inundara. Aunque no todo fue sobre ruedas, ahí estaban ellas, las sonrisas, a cada cual más radiante, a pesar de no poder ducharnos, tener que comer y dormir en el suelo, estar andando a todas horas, y escuchar misa en todos los idiomas existentes. Bajo la dulce mirada de María, vivimos los primeros días de nuestra gran aventura. Pasamos por la gruta de Massabielle, y tocamos la roca recibiendo con confianza el abrazo que Dios nos iba dando a cada uno, en el mismo lugar de las apariciones a Bernadette. Con cada una de las luces que encendimos aquel día, prendimos también nuestro deseo de iluminar y ser iluminados; de ser luz para todas aquellas vidas que nos encontráramos durante la peregrinación y de recibirla para alumbrar nuestra propio camino, que a veces con poca luz te acabas tragando algún que otro bache, perdiéndote, o simplemente saltándote un desvío…  
Aún tintineantes llegamos a Lyon. Nuevamente pareció no importarnos subir dosmilquinientos escalones. ¿Os cuento el secreto? La recompensa superó con creces el esfuerzo. No fue lo que estáis pensando. Sí, es verdad, un sofá con wifi hubiese estado de lujo, pero no se puede comparar con la gran catedral que abrió sus puertas a los peregrinos y nos sorprendió con la panorámica más bonita de la ciudad. Todo parecía ser lo contrario de lo que era, cada piedra era un lugar donde sentarse, cada escalón que subir, significaba estar un metro más arriba, cada curva, una preciosa foto y cada cuesta, era una rampa que bajar corriendo a la vuelta…  
A nuestro paso por Tréveris y Frankfurt, ya éramos todo unos expertos a la hora de interpretar el “Es un ratito andando”, “poneos deportivas cómodas” o “desde el coro se oye y se ve mejor la misa”. Venían siendo un “está mazo lejos y no vamos en autobús” y un  “vamos a estar de pie toda la mañana”.  Además a fuerza de estar en el coro, nos aprendimos prácticamente todo el cancionero. En realidad era  todo un placer escuchar como los que tenían el don de la música, lo compartían con los demás, mientras que tú hacías tu pequeña aportación entonando como buenamente podías.
Como en las mejores novelas, cada página que íbamos pasando era si cabe, más inesperada que en la anterior. Según nos íbamos acercando a Polonia, más personas nos íbamos encontrando,  más historias, más vidas, más ganas. Todos con un mismo destino, tras responder a una misma llamada  y con un mismo sentimiento… Verdaderamente como dijo el Papa Francisco, “Cuando Jesús toca el corazón de un joven, de una joven, este es capaz de actos verdaderamente grandiosos. Es estimulante escucharlos, compartir sus sueños, sus interrogantes y sus ganas de rebelarse contra todos aquellos que dicen que las cosas no pueden cambiar.” Y es que ni la burocracia pudo pararnos, bueno, solo un par de horas… ¿Os acordáis de las sonrisas que os comentaba al principio? Llevábamos  ya cinco días fuera y allí seguían, soportando como campeonas, el sueño, el hambre, la sed y la escasez de datos móviles.
La estancia con las familias en Wroclaw, fue toda una lección de misericordia. Una ciudad que por unos días abandonaba su rutina y se dedicaba por completo a los jóvenes. Sin conocernos de nada y sin ser capaces de comunicarse en su idioma, nos abrieron su casa y su corazón.  Estando allí me planteé la siguiente pregunta: “¿hubiese hecho yo lo mismo?” En verdad no me hizo falta responderme; tenía todavía demasiado que aprender. Nunca pensé que en aquel  rinconcito de Polonia, al que apodaron “Galilea”, recibiría un regalo tan grande. Sentirme como en casa a más de dos mil kilómetros de ella.
Llevaba todo el curso esperando que llegara ese momento. Llegar a Cracovia… Y por fin, allí estábamos, después de pasar por Czestochowa, más ilusionados que un niño de dos años. Entrando como troyanos en la ciudad, con banderas, cánticos y gritos. Al parecer, la lluvia también se ilusionó con nuestra llegada y se hacía presente en los momentos más oportunos. ¿Qué te quejabas del calor? Chaparrón ¿Qué acababas calado y necesitabas secarte? Sol para ti y para todos. Y aunque nos llovió, día si día también, llegamos a la conclusión de que no había mejor manera de emPAPArse…
Los días eran intensos, y el cansancio empezaba a hacerse notar. Dicen que el roce hace el cariño, y bueno, en mi caso, el roce hace rozaduras…  Pero aun con esas, siempre tenías a alguien al lado dispuesto a relajar el ambiente, alguien con quien hablar, que te diera una miseria de agua sin gas, que te cediera el sitio al verte cansado, que te dejase la batería portátil, que te cantara una canción, te hiciese de traductor, que respondiese a tus preguntas, caminara a tu lado, que te hiciese una foto o que simplemente, en silencio, te dedicase la mejor de sus sonrisas. Y son detalles diminutos, que terminas por ver de manera diferente, descubriendo en ellos un amor que va más allá de las palabras, de los besos o de los abrazos…
Realmente el que de verdad trabajó esos días, no fue el cuerpo, sino el corazón. Tenía tanto que rumiar, preguntarse, compartir y platearse... “Dios espera algo de ti, Dios quiere algo de ti, Dios te espera a ti. Dios viene a romper nuestras clausuras, viene a abrir las puertas de nuestras vidas, de nuestras visiones, de nuestras miradas. Dios viene a abrir todo aquello que te encierra. Te está invitando a soñar” “No os dejéis anestesiar el alma” nos dijo el Papa en la vigilia de oración. Ni os imagináis la cantidad de emociones que se pueden sentir cuando el corazón está a gusto... Y para estarlo, no nos hizo falta nada glamuroso. Estábamos sentados en el suelo, y aunque empezaba a refrescar a la vez que anochecía,  la vela que sosteníamos entre las manos nos daba el calor suficiente para sentirnos bien, que digo bien, muy bien.
Cada palabra del Papa era una invitación a abrir el corazón… “Le importas tú. A sus ojos, vales, y lo que vales no tiene precio” “No tengáis miedo de decirle “sí” con toda la fuerza del corazón” “Te llama por tu nombre. Tu nombre es precioso para él” ¿Os imagináis? Dios en medio de aquel caos tan alucinante y maravilloso, diciendo el nombre de cada uno de los que estábamos allí… A mí imaginarme esa escena, me sacó una sonrisa.
Cuando ya casi dominábamos el polaco, los mapas, los zlotys y bebíamos agua con gas, llegó la hora de emprender el viaje de vuelta. Eso sí, con las frases del Santo Padre en mente “La JMJ empieza aquí” y “hemos venido a otra cosa, a dejar una huella. Es muy triste pasar por la vida sin dejar una huella”. Los quince días que llevábamos celebrando la fe, empezaban a calar en nosotros más de lo que nos hubiésemos podido imaginar.
En el viaje de vuelta, el cansancio nos pasó factura, y más que contemplar el paisaje, recuperamos horas de sueño. Salimos de Cracovia, pero las sorpresas no habían acabado. Italia esperaba deseosa nuestra llegada y nos acogía como Don Bosco a sus chicos.
 
 
Cuando llegué a Madrid, todos me preguntaban si había visto al Papa… La verdad, que lo que para todo el mundo parecía ser el objetivo de la peregrinación, para mi acabó siendo solamente la guinda del pastel.  En realidad sin que nos diésemos cuenta,  ya nos habíamos encontrado con quien fuimos a buscar en la JMJ. Él nos había estado acompañando todo el viaje, y el Papa Francisco, no pudo expresarlo mejor: “Queridos jóvenes: habéis venido a Cracovia para encontraros con Jesús”.  
¿Sabéis algo que me llamó mucho la atención? Fuera cual fuese el idioma en el que escuchases esa última palabra, eras capaz de entenderla. En alguno era con una zeta, en otros cambiaba la acentuación, pero en todos, JESÚS, IESUS, JESUO, JEZU… se entiende como en la propia lengua y representa una misma realidad. Descubrí que esas dos silabas, son nuestro lenguaje universal.
Cualquiera que nos viese desde fuera, pensó seguro “Están locos estos cristianos”. Pero desde dentro, lejos de sentirnos ofendidos por ello, nos sentimos orgullos de ir por los caminos siguiendo la “locura” de nuestro Dios… Realmente es Jesucristo quien nos impulsa a levantar la mirada, a seguir caminando, a soñar alto y ser el rostro joven de la misericordia del Padre.
Y es que todavía hoy al recordar “nuestra aventura” sonrío inconscientemente…
 
Aurora Martínez Hernando, alumna de Madrid-Hortaleza