“El Espíritu Santo es nuestro santificador, el fuego que llena el corazón de amor, el auxilio en el que podemos apoyarnos”
REFLEXIÓN de M. Dolores Velasco, rcm
De María dice el evangelio que fue bienaventurada
por su fe. Nosotros podemos decir de M. Carmen que fue fundadora, porque además
de tener alma de peregrina para recorrer los caminos de Dios, creyó en la fuerza del Espíritu Santo y así
se santificó.
Si nos presentásemos a un concurso y se nos
preguntara a qué escuela fue M. Carmen, seguro que la respuesta acertada sería:
A la Escuela del Espíritu Santo:- Por Él se dejó enseñar.
- Con Él escribió la pedagogía concepcionista.
- En Él se santificó porque se hizo su confidente.
No sé si has visto muchas imágenes del Espíritu Santo, a lo mejor te han presentado símbolos, iconos, gestos, pero..., párate.
Anda,
deja por un momento el móvil. Mira en tu cartera, en tu mochila, en tus
bolsillos. Nada. Todo vacío. No te has encontrado con el Espíritu de Dios.
Busca
en tu mente, en tu conciencia, rebusca en tu corazón:
¿No has devuelto alguna vez bien por mal?
¿No has cedido ante la inoportunidad de un amigo?
¿No has vencido la tentación del pasotismo, del botellón irresponsable?
¿Has dicho alguna mañana GRACIAS, Señor por el día; y por la noche, perdona, Señor, mis torpezas?
Ése es el fuego que enciende en tu corazón el Espíritu, es el auxilio que viene en tu ayuda para fortalecer tu debilidad. Es el móvil de nuestras acciones.
¡CUIDA! Que estar a la escucha del Espíritu, requiere un oído fino para detectar su voz. Recarga su batería en el silencio.
¿Verdad que lo creías más difícil, más lejano? Apúntate a su escuela y ponte en los primeros bancos. Ya ves dónde aprendió M. Carmen y qué segura estaba con ÉL.
El Espíritu Santo es el medio de comunicación más elevado y es todo un reto para los comunicadores.
Nos lo afirma la palabra de Dios en el libro de los hechos de los apóstoles: “Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo y seréis mis testigos.”
Cuando estés leyendo esto, imagina que estás viendo a M. Carmen agradécele este pensamiento e invoca al Espíritu Santo con estas palabras:
“Entra hasta el fondo del alma,
Divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si Tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento”.
¿No has devuelto alguna vez bien por mal?
¿No has cedido ante la inoportunidad de un amigo?
¿No has vencido la tentación del pasotismo, del botellón irresponsable?
¿Has dicho alguna mañana GRACIAS, Señor por el día; y por la noche, perdona, Señor, mis torpezas?
Ése es el fuego que enciende en tu corazón el Espíritu, es el auxilio que viene en tu ayuda para fortalecer tu debilidad. Es el móvil de nuestras acciones.
¡CUIDA! Que estar a la escucha del Espíritu, requiere un oído fino para detectar su voz. Recarga su batería en el silencio.
¿Verdad que lo creías más difícil, más lejano? Apúntate a su escuela y ponte en los primeros bancos. Ya ves dónde aprendió M. Carmen y qué segura estaba con ÉL.
El Espíritu Santo es el medio de comunicación más elevado y es todo un reto para los comunicadores.
Nos lo afirma la palabra de Dios en el libro de los hechos de los apóstoles: “Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo y seréis mis testigos.”
Cuando estés leyendo esto, imagina que estás viendo a M. Carmen agradécele este pensamiento e invoca al Espíritu Santo con estas palabras:
“Entra hasta el fondo del alma,
Divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si Tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento”.
Haz
un hueco en tu vida al Espíritu de Dios y saborearás lo que es bueno.