martes, 29 de noviembre de 2011
sábado, 26 de noviembre de 2011
ADVIENTO 2011
Comienza el tiempo de Adviento... Un año más, el corazón de los cristianos se va preparando para albergar al SER MÁS QUERIDO por todos nosotros, que viene como uno de los nuestros, como criatura indefensa, HECHA CARNE... Un Niño que viene sin nada, revestido de pobreza, pero que lo tiene todo y viene a darse, a servir... Dios, hecho Niño, desinstala, descoloca, a quien de verdad le deja nacer en su interior, a quien le ofrece espacio y tiempo, dejándose cuestionar por su Presencia.
Con los pies en el suelo y el corazón en el cielo queremos recibirte este año, Jesús... Queremos hacer latir el corazón del mundo a tu ritmo, a tu estilo. Y para ello deseamos prepararnos en este tiempo de Adviento que hoy comienza, para que tu llegada no nos pille de imprevisto, con las cosas a medias, enredados en nuestros despistes y ajetreos cotidianos.
¡Ven, Señor Jesús, a nuestras vidas! ¡Ven a mi corazón! ¡Ven al corazón del mundo y hazlo latir!
Con los pies en el suelo y el corazón en el cielo queremos recibirte este año, Jesús... Queremos hacer latir el corazón del mundo a tu ritmo, a tu estilo. Y para ello deseamos prepararnos en este tiempo de Adviento que hoy comienza, para que tu llegada no nos pille de imprevisto, con las cosas a medias, enredados en nuestros despistes y ajetreos cotidianos.
¡Ven, Señor Jesús, a nuestras vidas! ¡Ven a mi corazón! ¡Ven al corazón del mundo y hazlo latir!
jueves, 17 de noviembre de 2011
sábado, 12 de noviembre de 2011
CON EL CORAZÓN EN EL CIELO...
UNA JMJ DIFERENTE...
Artículo enviado por Ana Gelabert, profesora del colegio de Barcelona.
Gracias por compartir con nosotros tu experiencia y por tu ejemplo de aceptación alegre a las situaciones de la vida.
En el mes de agosto tenía prevista una gran cita en Madrid, hacía ya varios meses que había decidido participar en la JMJ con la familia concepcionista. Tenía muchísimas ganas y era grande la ilusión por vivir una experiencia de fe junto a tantas personas venidas de distintos lugares de todo el mundo. Pocas semanas antes del inicio de este gran encuentro de Iglesia mis deseos se vieron truncados. Estando unos días de vacaciones en la playa, paseando tranquilamente, me caí, me rompí el húmero izquierdo y la rotura fue tan mala que me tuvieron que operar. ¡Imposible acudir a Madrid!
¡Una caída inesperada fue la que hizo que mi participación en la JMJ fuese diferente, no podía participar en directo, pero la viví intensamente!
En el momento de caerme me di cuenta de que algo me había roto y… rápidamente vinieron a mi cabeza dos grandes eventos en los cuales quería participar, el 25 de julio, clausura del centenario de la muerte de M. Carmen y el mes de agosto, preparación y participación en la JMJ. Cómo cuesta tener que renunciar a lo que se espera con ilusión y pensando que es lo mejor, pero… “El hombre propone y Dios dispone”.
Viví desde el sillón de mi casa, atenta a la televisión, todos los acontecimientos del Papa en Madrid. Evidentemente no fue lo mismo pero… descubrí que tenía la oportunidad de ofrecer mi dolor e imposibilidad de asistencia por todas las personas que allí se habían congregado en torno a Benedicto XVI. Seguí cada evento, cada posible experiencia religiosa y fraterna: la llegada del Papa, las catequesis, el Vía Crucis, los encuentros del Papa con distintos grupos, las Eucaristías… No me despegué de la TV e intenté vivir con la mayor intensidad posible todos los eventos, pidiendo continuamente y ofreciendo mi dolor físico y moral para que la JMJ fuese un éxito y sirviese al mundo entero, especialmente a los jóvenes, para fortalecer su fe. Después de unos días de contrariedad, me di cuenta que el Señor había previsto para mí algo muy distinto a lo que yo quería, así fue cómo desde mi situación, también viví con intensidad y emoción las Jornadas.
Los jóvenes asistentes fueron un ejemplo para el mundo entero, su actitud frente a las largas horas de espera y frente a la climatología me fortalecieron y emocionaron día tras día. Hoy ser joven y cristiano no es fácil. GRACIAS A TODOS.
Artículo enviado por Ana Gelabert, profesora del colegio de Barcelona.
Gracias por compartir con nosotros tu experiencia y por tu ejemplo de aceptación alegre a las situaciones de la vida.
En el mes de agosto tenía prevista una gran cita en Madrid, hacía ya varios meses que había decidido participar en la JMJ con la familia concepcionista. Tenía muchísimas ganas y era grande la ilusión por vivir una experiencia de fe junto a tantas personas venidas de distintos lugares de todo el mundo. Pocas semanas antes del inicio de este gran encuentro de Iglesia mis deseos se vieron truncados. Estando unos días de vacaciones en la playa, paseando tranquilamente, me caí, me rompí el húmero izquierdo y la rotura fue tan mala que me tuvieron que operar. ¡Imposible acudir a Madrid!
¡Una caída inesperada fue la que hizo que mi participación en la JMJ fuese diferente, no podía participar en directo, pero la viví intensamente!
En el momento de caerme me di cuenta de que algo me había roto y… rápidamente vinieron a mi cabeza dos grandes eventos en los cuales quería participar, el 25 de julio, clausura del centenario de la muerte de M. Carmen y el mes de agosto, preparación y participación en la JMJ. Cómo cuesta tener que renunciar a lo que se espera con ilusión y pensando que es lo mejor, pero… “El hombre propone y Dios dispone”.
Viví desde el sillón de mi casa, atenta a la televisión, todos los acontecimientos del Papa en Madrid. Evidentemente no fue lo mismo pero… descubrí que tenía la oportunidad de ofrecer mi dolor e imposibilidad de asistencia por todas las personas que allí se habían congregado en torno a Benedicto XVI. Seguí cada evento, cada posible experiencia religiosa y fraterna: la llegada del Papa, las catequesis, el Vía Crucis, los encuentros del Papa con distintos grupos, las Eucaristías… No me despegué de la TV e intenté vivir con la mayor intensidad posible todos los eventos, pidiendo continuamente y ofreciendo mi dolor físico y moral para que la JMJ fuese un éxito y sirviese al mundo entero, especialmente a los jóvenes, para fortalecer su fe. Después de unos días de contrariedad, me di cuenta que el Señor había previsto para mí algo muy distinto a lo que yo quería, así fue cómo desde mi situación, también viví con intensidad y emoción las Jornadas.
Los jóvenes asistentes fueron un ejemplo para el mundo entero, su actitud frente a las largas horas de espera y frente a la climatología me fortalecieron y emocionaron día tras día. Hoy ser joven y cristiano no es fácil. GRACIAS A TODOS.
domingo, 6 de noviembre de 2011
CON EL CORAZON EN EL CIELO...
Desde Ponferrada (León) nos llega una nueva experiencia de la JMJ, un testimonio que no tiene desperdicio. Está claro que es Dios quien toca los corazones de las personas, cuando quiere y como quiere...
Gracias, Iván, por compartir con nosotros, a corazón abierto... Nos alegramos de tu experiencia que te ha hecho experiementar lo que es tener el CORAZÓN EN EL CIELO.
En octubre de 2010 la cruz de los jóvenes visitó mi ciudad y allí fue cuando ya empecé a notar la sensación que se siente cuando decenas de jóvenes como tú, orgullosos de sus creencias e ideales salen a la calle sin importarles el “que dirán”. Ese fin de semana hizo que yo ya tuviese más claro que en la JMJ yo tenia que estar.
Después de esa maravillosa experiencia, llegó el momento de empezar a preparar todo, pero a medida que pasaban los meses y todos los voluntarios nos íbamos reuniendo, teníamos la sensación de que el tiempo no jugaba a nuestro favor, había tanto que hacer… Teníamos que organizar los lugares en los que disponer a los peregrinos, buscarles y prepararles lugares de oración, catering, organizar excursiones y actividades de ocio… ¡Era tanto para tan pocos…! Entonces comprendí de que era el momento de buscar a más gente con la que compartir esa experiencia y no os penséis que fue fácil, no, pero al final lo conseguimos. Y el día 11 de agosto todo estaba preparado para recibir a los peregrinos que acogíamos en nuestra segunda casa, nuestro colegio. Los voluntarios del colegio con una gran sonrisa y unos nervios terribles fuimos a recoger a la estación de autobuses a un grupo de polacos y otro de neozelandeses y ya desde ese momento empezaron los días más ajetreados de la experiencia: asignarlos en el colegio, repartir desayunos, comidas y cenas, fregar suelos, acompañarlos hasta ciertos lugares… y si a eso se le suma la dificultad del idioma… ¿Pero no pensareis que eso lo hacíamos de mala gana, no? Pues claro que no, porque allí estaban ellos agradeciendo lo mínimo que hacías, dedicándote una sonrisa a primera hora de la mañana, y cogerles a muchos de ellos un cariño tan especial, que cuando el último día hubo que decir adiós, no pude evitar que se me cayera alguna lagrima, ya que al final todos recibimos mucho de todos.
Parecía que ya se había terminado todo, ¡pero no había hecho más que empezar! Porque a los dos días de su partida, diez concepcionistas de Ponferrada, entre ellos yo, emprendimos nuestro viaje a Madrid para ser uno de los miles de participantes de la JMJ. A nuestra llegada al colegio de Princesa, poco a poco nos fuimos juntando todos los concepcionistas del mundo para vivir como la gran familia que somos juntos esta experiencia única.
En esos días puedo decir que sentí cosas que no se pueden decir con palabras… Sentí ese tipo de cosas que cuando las piensas se te ponen lo pelos de punta y no puedes explicar qué te pasa… solamente puedes decir que estás feliz. Feliz de poder compartir con muchos jóvenes, entre ellos tus mejores amigos y personas que te han ayudado siempre que lo has necesitado, momentos como aquellos.
En esos días vimos al Papa, acudimos al Vía Crucis que el mismo presidió, disfrutamos en el festival de la vida consagrada, rezamos en compañía de todos los cristianos del mundo y lo más emocionante… estuvimos en Cuatro vientos. Allí fue lo que me hizo comprender el verdadero espíritu de un concepcionista, a entender a Madre Carmen cuando nos decía eso de que “Dios proveerá”. Porque a nuestra llegada todo parecía indicar que el tiempo nos iba a acompañar… Y pocos minutos después de empezar la Vigilia que el santo Padre presidía, el viento y la lluvia nos sorprendió a todos los presentes. Y lo que verdaderamente me hizo estremecerme fue cuando nosotros los jóvenes en vez de desilusionarnos a causa del temporal, los cerca de dos millones de jóvenes notamos como “ÉL” no dio una fuerza tan inmensa que solo es propia de “la juventud del Papa”. Y cuando el Papa nos habló después de la tormenta y nos agradeció nuestra presencia no pude evitar sentir que me lo decía a mi en particular, porque desde ese día yo me siento más fuerte espiritualmente hablando, porque yo estuve en la JMJ Madrid 2011 y esa experiencia ha cambiado mi forma de ver la vida. Y por que esta experiencia me ha hecho conocer a mucha gente fantástica y he visto que somos muchos jóvenes que en los tiempos que corren, pese a la sociedad que no abunda en valores, saben que Él les acompaña en su vida.
Iván Fulgueiras Carril (a la derecha)
Grupo de Ponferrada
Gracias, Iván, por compartir con nosotros, a corazón abierto... Nos alegramos de tu experiencia que te ha hecho experiementar lo que es tener el CORAZÓN EN EL CIELO.
Es
tan difícil verbalizar todo lo que he vivido, aprendido, experimentado y sentido en
la JMJ… Hace un año, si me hubieran preguntado que era la JMJ no hubieran
obtenido respuesta…, no la sabia, no había oído hablar de ella; pero si hoy me
repiten la pregunta, les podría decir que ha sido una de las mejores
experiencias que he vivido.
Cuando
me ofrecieron la oportunidad de asistir todavía nadie se había animado a
apuntarse… pero alguien tenia que romper el hielo, y yo poco a poco me fui
involucrando en esta actividad no con mucha seguridad de lo que se trataba.En octubre de 2010 la cruz de los jóvenes visitó mi ciudad y allí fue cuando ya empecé a notar la sensación que se siente cuando decenas de jóvenes como tú, orgullosos de sus creencias e ideales salen a la calle sin importarles el “que dirán”. Ese fin de semana hizo que yo ya tuviese más claro que en la JMJ yo tenia que estar.
Después de esa maravillosa experiencia, llegó el momento de empezar a preparar todo, pero a medida que pasaban los meses y todos los voluntarios nos íbamos reuniendo, teníamos la sensación de que el tiempo no jugaba a nuestro favor, había tanto que hacer… Teníamos que organizar los lugares en los que disponer a los peregrinos, buscarles y prepararles lugares de oración, catering, organizar excursiones y actividades de ocio… ¡Era tanto para tan pocos…! Entonces comprendí de que era el momento de buscar a más gente con la que compartir esa experiencia y no os penséis que fue fácil, no, pero al final lo conseguimos. Y el día 11 de agosto todo estaba preparado para recibir a los peregrinos que acogíamos en nuestra segunda casa, nuestro colegio. Los voluntarios del colegio con una gran sonrisa y unos nervios terribles fuimos a recoger a la estación de autobuses a un grupo de polacos y otro de neozelandeses y ya desde ese momento empezaron los días más ajetreados de la experiencia: asignarlos en el colegio, repartir desayunos, comidas y cenas, fregar suelos, acompañarlos hasta ciertos lugares… y si a eso se le suma la dificultad del idioma… ¿Pero no pensareis que eso lo hacíamos de mala gana, no? Pues claro que no, porque allí estaban ellos agradeciendo lo mínimo que hacías, dedicándote una sonrisa a primera hora de la mañana, y cogerles a muchos de ellos un cariño tan especial, que cuando el último día hubo que decir adiós, no pude evitar que se me cayera alguna lagrima, ya que al final todos recibimos mucho de todos.
Parecía que ya se había terminado todo, ¡pero no había hecho más que empezar! Porque a los dos días de su partida, diez concepcionistas de Ponferrada, entre ellos yo, emprendimos nuestro viaje a Madrid para ser uno de los miles de participantes de la JMJ. A nuestra llegada al colegio de Princesa, poco a poco nos fuimos juntando todos los concepcionistas del mundo para vivir como la gran familia que somos juntos esta experiencia única.
En esos días puedo decir que sentí cosas que no se pueden decir con palabras… Sentí ese tipo de cosas que cuando las piensas se te ponen lo pelos de punta y no puedes explicar qué te pasa… solamente puedes decir que estás feliz. Feliz de poder compartir con muchos jóvenes, entre ellos tus mejores amigos y personas que te han ayudado siempre que lo has necesitado, momentos como aquellos.
En esos días vimos al Papa, acudimos al Vía Crucis que el mismo presidió, disfrutamos en el festival de la vida consagrada, rezamos en compañía de todos los cristianos del mundo y lo más emocionante… estuvimos en Cuatro vientos. Allí fue lo que me hizo comprender el verdadero espíritu de un concepcionista, a entender a Madre Carmen cuando nos decía eso de que “Dios proveerá”. Porque a nuestra llegada todo parecía indicar que el tiempo nos iba a acompañar… Y pocos minutos después de empezar la Vigilia que el santo Padre presidía, el viento y la lluvia nos sorprendió a todos los presentes. Y lo que verdaderamente me hizo estremecerme fue cuando nosotros los jóvenes en vez de desilusionarnos a causa del temporal, los cerca de dos millones de jóvenes notamos como “ÉL” no dio una fuerza tan inmensa que solo es propia de “la juventud del Papa”. Y cuando el Papa nos habló después de la tormenta y nos agradeció nuestra presencia no pude evitar sentir que me lo decía a mi en particular, porque desde ese día yo me siento más fuerte espiritualmente hablando, porque yo estuve en la JMJ Madrid 2011 y esa experiencia ha cambiado mi forma de ver la vida. Y por que esta experiencia me ha hecho conocer a mucha gente fantástica y he visto que somos muchos jóvenes que en los tiempos que corren, pese a la sociedad que no abunda en valores, saben que Él les acompaña en su vida.
Iván Fulgueiras Carril (a la derecha)
martes, 1 de noviembre de 2011
CON EL CORAZÓN EN EL CIELO...
ESTUVIMOS ALLÍ
Nosotros también estuvimos allí. Jóvenes en espíritu, que me vais a perdonar que no hable de edades, que tampoco tiene tanta importancia, fuimos invitados a participar en la JMJ y, animados por nuestra líder, dijimos que sí.
¿Y?...Bueno, todo empezó rodeado de desconocidos, a los que teníamos que recibir y acoger, con un montón de adolescentes que eran nuestra responsabilidad, y con prisas para todo, muchas prisas, y canciones y oraciones que preparar, e incluso algún que otro problemilla con el idioma…
Pero pronto se convirtió en alegría, en entusiasmo y generosidad, en compartir con ellos los días y las noches, en las que el inicio era una oración que cada grupo preparaba para el resto y ponernos así en manos del Señor…
Nos confesamos juntos, nos emocionamos con el Vía Crucis, enseñamos Madrid, nos sentimos orgullosos porque nuestros jóvenes eran un ejemplo para el mundo, cambié mi visión del Santo Padre…Porque yo descubrí otro Benedicto XVI, muy cercano, que también fue joven y al que no creí capaz de emocionarse como lo hizo la noche de la vigilia.
No os voy a engañar: pasé frío, sueño y en algún momento me pudo el desánimo, hasta que Nuestra Señora me acogió en su corazón junto con el resto, y me sentí protegida y privilegiada, sobre todo porque estaba en la mejor compañía del mundo, o sea ,vosotros, en su corazón.
Todo terminó bien, volvimos sanos y salvos, que no era empresa fácil, y ahora volvemos la vista atrás, vemos las fotos de Miguel Ángel, que sin él se borraría el recuerdo, y me doy cuenta que todo pasó muy rápido, quizás demasiado.
No sé si volveré a otra reunión de jóvenes, algunas almas incombustibles dicen que sí, que volveremos. De momento sólo daros las gracias a todos, ha sido un privilegio compartir con vosotros algo tan grande y maravilloso como estos días.
Nosotros también estuvimos allí. Jóvenes en espíritu, que me vais a perdonar que no hable de edades, que tampoco tiene tanta importancia, fuimos invitados a participar en la JMJ y, animados por nuestra líder, dijimos que sí.
¿Y?...Bueno, todo empezó rodeado de desconocidos, a los que teníamos que recibir y acoger, con un montón de adolescentes que eran nuestra responsabilidad, y con prisas para todo, muchas prisas, y canciones y oraciones que preparar, e incluso algún que otro problemilla con el idioma…
Pero pronto se convirtió en alegría, en entusiasmo y generosidad, en compartir con ellos los días y las noches, en las que el inicio era una oración que cada grupo preparaba para el resto y ponernos así en manos del Señor…
Nos confesamos juntos, nos emocionamos con el Vía Crucis, enseñamos Madrid, nos sentimos orgullosos porque nuestros jóvenes eran un ejemplo para el mundo, cambié mi visión del Santo Padre…Porque yo descubrí otro Benedicto XVI, muy cercano, que también fue joven y al que no creí capaz de emocionarse como lo hizo la noche de la vigilia.
No os voy a engañar: pasé frío, sueño y en algún momento me pudo el desánimo, hasta que Nuestra Señora me acogió en su corazón junto con el resto, y me sentí protegida y privilegiada, sobre todo porque estaba en la mejor compañía del mundo, o sea ,vosotros, en su corazón.
Todo terminó bien, volvimos sanos y salvos, que no era empresa fácil, y ahora volvemos la vista atrás, vemos las fotos de Miguel Ángel, que sin él se borraría el recuerdo, y me doy cuenta que todo pasó muy rápido, quizás demasiado.
No sé si volveré a otra reunión de jóvenes, algunas almas incombustibles dicen que sí, que volveremos. De momento sólo daros las gracias a todos, ha sido un privilegio compartir con vosotros algo tan grande y maravilloso como estos días.
Chatunga.
Voluntaria del colegio de Madrid-Princesa.
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