martes, 23 de octubre de 2018

DEJAR EL CORAZÓN ANTE MARÍA

Ya hemos compartido alguna de las experiencias de este verano, todavía falta alguna... Como la del grupo de jóvenes que acudió a Lourdes para tener unos días de convivencia y realizar un voluntariado. Jessica Reyes, actualmente postulante concepcionista, formó parte de este grupo de voluntarios y comparte con nosotros su experiencia.
Gracias Jessi, por abrirnos tu corazón, ese que dejaste aquellos días, junto a María.

No estaba preparada para este encuentro. El encuentro con La Inmaculada Concepción. El día anterior había perdido mi pasaporte. Después de buscarlo durante un buen rato, recuerdo haber rezado: "Bueno, Dios, si no quieres que vaya, no iré.", y en menos de 24 horas estaba en un avión tratando de ocultar lo verdaderamente nerviosa que estaba. Podrías pensar que eso sería lo único que se interpondría en nuestro camino a Lourdes, pero no. Entre la lluvia, inundaciones, los trenes cancelados y las horas buscando un lugar para descansar, parecía que la vida nos decía que volviéramos a casa, pero a las 19:30 ya estábamos cenando en Lourdes, Francia. ¿Divina Providencia? Tal vez.
Tuvimos la oportunidad de recorrer los lugares y la vida de Santa Bernardette. Aquí vi muchos paralelismos entre su vida y la mía. Bernardette se encontró con María en un momento de su vida en el que estaba aprendiendo y profundizando en su fe, como yo, y como supongo que todos nosotros día tras día. En las primeras tres apariciones, María no habló con Bernardette. No hubo dialogo y, sin embargo, ella regresaba a la gruta para verla. Y allí estaba yo, aproximadamente a la misma distancia que ella, rogándole a María que me hablase, como cuando un niño tira de la pierna de su madre pidiendo una chuche. Al final, María habló, pero no como pensé que lo haría, sino precisamente como una madre le hablaría a su hija.
Me hizo mucha ilusión ver tanta gente. Fue como un recordatorio de que nunca estoy sola en mi fe. En el rosario de antorchas pude sentir la profunda fe y devoción de todas esas personas unidas en oración. A pesar de que había miles de personas, uno no se sentía agobiado, había una sensación de paz en todas partes y en todo momento. También tuvimos la oportunidad de hacer el viacrucis. Fue realmente impresionante porque a pesar de que nuestro grupo lo hacía por separado de los otros peregrinos, fue como acompañarlos en su cruz: compartir en oración y esperanza. Qué bonita es nuestra fe, que nos pide acompañarnos los unos a otros en tiempos difíciles.
También tuvimos la bendición de ser voluntarias en las piscinas. Para mí, realmente fue como ver la vulnerabilidad de las personas. Las personas entraban en un pequeño cuarto y dejaban sus preocupaciones, sus angustias, sus ansiedades, y al terminar se marchaban sabiendo que habían sido renovados por Dios. A pesar de que todo era tan bonito… yo estaba tan asustada que no lo podía ocultar, mi rostro me delataba. Al final del día, me sentí como si no fuera nadie, pero en el mejor de los sentidos. No hice nada y fui testigo de todo. Fue como ver a Dios hacer todo el trabajo, y tuve la suerte de estar allí. La Madre Teresa lo dice mejor "Soy un pequeño lápiz en las manos de Dios. Él piensa. Él hace la escritura. Él hace todo ... ". Ese día yo era un lápiz.
Después de todo lo que he experimentado, creo que realmente dejé mi corazón en la gruta. María se encontró con Bernardette en el lugar más feo del pueblo, y eligió encontrarse conmigo precisamente en uno de los momentos más desordenados de mi vida. En mi encuentro con ella, me invita a repetir su 'hágase' y con María descanso mi mente y mi corazón sabiendo que solo estoy tratando de hacer lo que ella hizo. La miré en la gruta y ella se volvió hacia mí y me dijo: "haz lo que Él te diga". Ante la simplicidad de las palabras de una madre amorosa, dejé mi corazón. Me fui con ganas de reflejar la belleza de mi madre, y hasta el día de hoy sigo intentándolo. Quiero volver, quiero verla de nuevo, pero como toda buena madre, ella no está tan lejos, y no me dejará sola.

 Grupo de voluntarias con Jessi y M. Nieves Galey

jueves, 11 de octubre de 2018

ECOS DEL PENSAMIENTO DE STA. CARMEN Nº 47


“¡Cómo  nos llegan al alma las palabras que brotan del corazón! De un corazón enamorado de Dios deben brotar nuestras palabras cuando hablamos de él.”

REFLEXIÓN DE M. CICERA JESÚS, rcm
¿Cómo sabes que estás feliz al hablar de Dios? o ¿cómo  sabes que alguien está realmente feliz cuando habla de algo?
Al hablar de Dios nos alegramos, porque Él nos ama y cuida de cada uno con amor incondicional. Un amor verdadero, sin cambio, sin interés, sin reserva, un amor sin límites, pues Él no tiene tiempo, espacio y lugar.
Un corazón alegre apasionado por Dios habla de él con emoción y humildad, vive por él, para él y con él en todo momento, y hace que su vida sea más serena, dinámica, sencilla, agradecida y disponible;  vive en comunión con las personas y con todo lo que Dios creó.
Dios es plenitud y por eso nos llama y nos invita a vivir en comunión con Él. Y con todo nuestro ser, debemos alegrarnos, nuestra alma resplandece lo que somos; nuestra mente  nos comunica lo que Dios nos pide a cada instante, nuestro corazón que impulsa y ayuda a poner en práctica las acciones de Dios, en nuestra vida y misión, nos llama a realizar en el día a día;  el cuerpo nos ayuda a vivir en comunión con las personas y con el mundo.
Santa Carmen Sallés  nos dice que debemos estar siempre alegres; porque la alegría es contagiosa y nos hace felices, y cuando estamos felices, nuestra vida se vuelve más hermosa y unida a Dios que es amor.


lunes, 8 de octubre de 2018

EL INICIO DE UNA ALIANZA

Hace justo un mes, el 8 de septiembre, M. Isabel Martínez, hoy ya Religiosa Concepcionista, celebraba su primera Profesión Religiosa, aceptando la invitación de Dios de ser toda para Él y de entregar su vida a los demás, como Santa Carmen Sallés. Después de estos días en los que ya vive en su nueva comunidad, estudiando y trabajando en la misión, comparte con sencillez lo que ese día supuso para ella.
Enhorabuena, Isabel y muchas gracias por poner voz a tus sentimientos y compartirlo en nuestro blog.

Llevo mucho tiempo pensando qué es lo que podría contar... Y es que parece que no sé escribir si no me dirijo hacia Ti, Señor. Así que prefiero dejar que el corazón te hable, y luego ya compartir mi pequeña oración con quienes quieran leerla.
Fue un día para Ti. Me hiciste tantos regalos... Quizá uno de los que más agradezco es que me dejaste bien claro que en el camino no estoy sola, que te haces presente en cada persona y que eres Tú quien va llevando mi vida, en la medida que te dejo actuar. 
Ese día se unieron "mis mundos": mi familia y mis amigos, junto a mi familia eclesial y concepcionista. Lo que me repiten mis tíos es que no se imaginaban este ambiente entre las hermanas, y eso me hace ilusión, porque la vida de comunidad me ha sorprendido y me sigue sorprendiendo a menudo. Miro tan agradecida los días de preparativos en los que las hermanas se volcaron conmigo... Toda la decoración y los ensayos, los pequeños detalles que les pedía y que hacían sin ponerme pegas, los detalles de cariño que me hacían llegar como regalo, las sonrisas, las miradas cómplices, su escucha, los abrazos... La ilusión que pusieron en todo, fue una experiencia que fue preparando el corazón para el día 8.
Como me pusieron en una de las muchas tarjetas que recibí ese día... Ese día que nació María, yo también tenía un nuevo nacimiento, y como a Ella, Tú me tomabas de nuevo para Ti.
El día anterior estaba tan nerviosa... Pero ese día, de Tu mano, todo fue un dejarse llevar. Desde el momento en el que con nuestra planta entre mis manos te miré y comenzó la celebración, no pude dejar de sonreír, y de sentirte, tan cerca... Las lecturas eran Tu voz, mis palabras y las tuyas se mezclaban en cada monición, en cada canción, en cada oración de la liturgia... También entre abrazos, saludos y conversaciones. 
Y al final del día, después de todas las muestras de cariño que no dejo de agradecer, me senté por fin junto a Ti. Y comprendí que el compromiso que había hecho, era sólo el inicio de una Alianza que me gustaría renovar cada día. Comprendí que Tú realmente das más de lo que cualquiera de nosotros podemos desear... Que sólo tenemos que saber descubrirte en nuestro día a día y abrir el corazón, aunque tema ser herido... Igual que el tuyo. 
Jesús, caminaré contigo, igual que el pueblo de Israel, guiada sólo por tu promesa: TÚ ME LLAMAS... TÚ ERES FIEL... TÚ LO REALIZARÁS.