Cuando me apunté al MCM, no sabía muy bien a lo que me apuntaba, pero como dice mi madre, ¡yo me apunto a un bombardeo!, y a esto yo no podía faltar.
El primer día fue todo risas, aún me acuerdo, pero poco a poco me decían que me tenía que COMPROMETER, que no bastaba con ir sólo a escuchar o participar en el grupo.
Así fui aprendiendo poco a poco, lo que era eso de los valores y verdaderamente, tenía su recompensa ser miembro del MCM. Además de intentar ser buena persona y trabajar actitudes y todo eso, había algo mejor: Una Asamblea Concepcionista. El primer año que participé fue en Pozoblanco, Córdoba.
Os voy a contar un secreto: era la primera vez que salía de mi casa más de un día, sin mis padres… y os lo podéis imaginar. ¡Pobres compañeros y monitores que me tenían que consolar…!
Pero no hay mal que por bien no venga… Gracias a eso, me superé a mí mismo y no penséis que eso me arruinó el viaje, ¡que va!. Me lo pasé genial e hice un montón de amigos.
La segunda Asamblea fue en Segovia y ¡como se notó que iba creciendo por dentro! Me lo pasé mejor que en la otra y pude compartir un montón de experiencias con otros alumnos concepcionistas de España.
Este año participé en el Festival Vocacional de
Y después de escribir este testimonio y contaros mi pequeña historia, también os quiero decir que quiero continuar muchos años en el MCM, que es una oportunidad única y se aprenden muchas cosas… Es verdad que a nosotros nos molan las excursiones y viajes, pero por dentro sabemos que lo que aprendemos en el grupo no nos lo van a enseñar en otro lado y nos ayuda a crecer como personas.
Así que ÁNIMO a los que no os habéis apuntado, el próximo curso es vuestra oportunidad… y GRACIAS a todos los monitores y responsables que nos ofrecen esta posibilidad de “trabajar nuestra tierra” y CRECER, SIEMPRE ADELANTE.
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