La celebración eucarística es una garantía de resurrección. Por eso, la Eucaristía es la celebración de la vida. La comunidad cristiana, que se congrega para comer la carne de Cristo y beber su sangre, debe dar señales de optimismo renovador y liberador; debe convertirse en un estímulo para todo proyecto que vaya a favor de la vida, de la libertad y del verdadero progreso total de la humanidad.
Jesús se hace presente en nosotros y nosotros nos hacemos presentes a Jesús a través de la comida fraternal del pan y del vino; a través de la puesta en común de nuestros bienes, nuestras personas, nuestros dones e indigencias. Todo esto debe significar la cena, el banquete eucarístico en el que nos sentamos todos a la misma mesa.
Jesús se hace presente en nosotros y nosotros nos hacemos presentes a Jesús a través de la comida fraternal del pan y del vino; a través de la puesta en común de nuestros bienes, nuestras personas, nuestros dones e indigencias. Todo esto debe significar la cena, el banquete eucarístico en el que nos sentamos todos a la misma mesa.
Hoy es un día muy grande. Celebramos la gran fiesta solemne y popular del Corpus, del Cuerpo de Cristo. Todo lo que hace referencia a Cristo, y a su presencia real en la Eucaristía es fundamental. Pero en este día quiere la Iglesia sacar el Señor a la calle, y que recorra nuestros pueblos, y bendiga nuestras casas, y rendirle el culto que se merece, no sólo en el templo, sino allí donde hacemos la vida normal, y en donde tantas veces se le ofende. No es la Procesión del Corpus una más para ver, sino la más importante para participar. Te animo a que acompañes a Jesús dando testimonio público de tu fe y de tu amor a El.
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