Serían las siete de la tarde y la brújula apareció sobre la mesa.
Pero… ¿de qué brújula, de qué mesa y de qué hora me hablas?
No te inquietes, porque ni es un cuento, ni tampoco una adivinanza. Es lo que me ha quedado de los retazos de una vida. Y, es que en la mía, a una hora, en un lugar y con un motivo, ha irrumpido la luz. Y… la luz, se hizo mujer.
Sí, ya lo vas adivinando, ya en tus ojos hay un brillo especial, porque se te ha hecho presente su rostro, el de CARMEN SALLÉS. Ha aparecido como una señal para el camino, para tu camino.
Te ha impactado su aire peregrino y has quedado con ella para compartir la mesa de la vida, le has pedido cita para que te suelte el rollo de su felicidad y te ha contado el secreto: “Mi alma tiende a Dios.”
¡Ah,
M. Carmen! Ahora entiendo:
·
la
necesidad que tenías de salir de ti y ponerte siempre en camino.
·
tu firme decisión de cuestionarte fuertemente,
de remontar, de ser creativa, de
suplicarnos ilusionada, que donde tú no llegaras, fuéramos nosotros.
·
la
búsqueda de un camino de renovación, de
impacto para el mundo.
·
tu
proceso de crecimiento interior.
·
no
te permitías ni la acomodación, ni la nostalgia.
Te
agradecemos, nos mostraras en las señales de tu camino, la pasión de tu vida: DIOS.
En
este día de tu fiesta, te sentimos con nosotros pisando el suelo que sustenta
nuestro camino, mientras que en el corazón, se forjan los mejores deseos de pasar
haciendo el bien.
Tenemos
motivos para creer en el ambiente de una próxima canonización, y crearnos la
necesidad de tomarte como modelo, porque esperamos que cualquier día, a buena
hora, sobre la mesa del Vaticano, la pluma del Espíritu dicte la caligrafía que
estamos esperando: M. CARMEN, SANTA.
Porque
tenemos los pies en el suelo y el corazón en el cielo, proclamamos que CARMEN
SALLÉS, es una mujer de ayer para los tiempos de hoy, pues la santidad no tiene
fecha de caducidad.
M.
Dolores Velasco
Damos las gracias a M. Dolores, que desde Camponaraya, colabora con este pequeño artículo, que refleja sus grandes dotes literarias.
Y en este día de la Fiesta de nuestra Fundadora, seguimos encomendando especialmente a nuestro amigo Kobe. La operación duró cuatro horas y media, salió bien... Ahora toca esperar resultados y una pronta y buena recuperación. ¡Ánimo, pequeño, seguimos rezando por ti!
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