Pero aparte de esto, ha sido una experiencia única en el sentido de que he conocido a muchísima gente (haciendo amistades en varios casos o afianzándolas en otros), de diversas disciplinas y de la que siempre he aprendido algo nuevo. Además, al ser un grupo numeroso de universitarias, he aprendido a convivir con todas ellas, pues esto no siempre resulta fácil ya que cada una tenemos una forma de ser distinta y en nuestros hogares, nos han educado de una determinada manera y con diferentes valores. Pero yo creo que con respeto y muchas veces, poniéndose en el lugar del otro, se consigue una buena convivencia.
Por otro lado, también he de resaltar el trato amable y cordial por parte de toda la comunidad de religiosas y del personal que está al servicio de la residencia, algo que favorece la integración en la misma y, el hecho de sentirse más cómodo, porque sobre todo durante el primer año, cuesta mucho despegarse de casa y adaptarse a la nueva situación.
Finalmente y, en conclusión, mi etapa universitaria, tanto lo vivido en la facultad como en la residencia, va a ser inolvidable, me llevo muy buenos recuerdos de todo y, la verdad, es que me da mucha pena terminar porque ya estaba acostumbrada a la ciudad, a la residencia, a la facultad... Pero entiendo que todo periodo tiene su fin y aunque afronto con un poco de temor el futuro, ante la incertidumbre que genera una nueva etapa, también pienso que hay que seguir preparándose para, algún día, incorporarse al mudo laboral.
Laura Pérez, estudiante de
1 comentario:
Dicen que mirar para atrás ni para coger impulso; pero a los años de universidad creo que a ninguno nos importaría volver de vez en cuando...Enhorabuena!
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