domingo, 6 de noviembre de 2011

CON EL CORAZON EN EL CIELO...

Desde Ponferrada (León) nos llega una nueva experiencia de la JMJ, un testimonio que no tiene desperdicio. Está claro que es Dios quien toca los corazones de las personas, cuando quiere y como quiere...
Gracias, Iván, por compartir con nosotros, a corazón abierto... Nos alegramos de tu experiencia que te ha hecho experiementar lo que es tener el CORAZÓN EN EL CIELO.

Es tan difícil verbalizar todo lo que he  vivido, aprendido, experimentado y sentido en la JMJ… Hace un año, si me hubieran preguntado que era la JMJ no hubieran obtenido respuesta…, no la sabia, no había oído hablar de ella; pero si hoy me repiten la pregunta, les podría decir que ha sido una de las mejores experiencias que he vivido.
Cuando me ofrecieron la oportunidad de asistir todavía nadie se había animado a apuntarse… pero alguien tenia que romper el hielo, y yo poco a poco me fui involucrando en esta actividad no con mucha seguridad de lo que se trataba.
En octubre de 2010 la cruz de los jóvenes visitó mi ciudad y allí fue cuando ya empecé a notar la sensación que se siente cuando decenas de jóvenes como tú, orgullosos de sus creencias e ideales salen a la calle sin importarles el “que dirán”. Ese fin de semana hizo que yo ya tuviese más claro que en la JMJ yo tenia que estar.
Después de esa maravillosa experiencia, llegó el momento de empezar a preparar todo, pero a medida que pasaban los meses y todos los voluntarios nos íbamos reuniendo, teníamos la sensación de que el tiempo no jugaba a nuestro favor, había tanto que hacer… Teníamos que organizar los lugares en los que disponer a los peregrinos, buscarles y prepararles lugares de oración, catering, organizar excursiones y actividades de ocio… ¡Era tanto para tan pocos…! Entonces comprendí de que era el momento de buscar a más gente con la que compartir esa experiencia y no os penséis que fue fácil, no, pero al final lo conseguimos. Y el día 11 de agosto todo estaba preparado para recibir a los peregrinos que acogíamos en nuestra segunda casa, nuestro colegio.  Los voluntarios del colegio con una gran sonrisa y unos nervios terribles fuimos a recoger a la estación de autobuses a un grupo de polacos y otro de neozelandeses y ya desde ese momento empezaron los días más ajetreados de la experiencia: asignarlos en el colegio, repartir desayunos, comidas y cenas, fregar suelos, acompañarlos hasta ciertos lugares… y si a eso se le suma la dificultad del idioma… ¿Pero no pensareis que eso lo hacíamos de mala gana, no? Pues claro que no, porque allí estaban ellos agradeciendo lo mínimo que hacías, dedicándote una sonrisa a primera hora de la mañana, y cogerles a muchos de ellos un cariño tan especial, que cuando el último día hubo que decir adiós, no pude evitar que se me cayera alguna lagrima, ya que al final todos recibimos mucho de todos.
Parecía que ya se había terminado todo, ¡pero no había hecho más que empezar!  Porque a los dos días de su partida, diez concepcionistas de Ponferrada, entre ellos yo, emprendimos nuestro viaje a Madrid para ser uno de los miles de participantes de la JMJ. A nuestra llegada al colegio de Princesa, poco a poco nos fuimos juntando todos los concepcionistas del mundo para vivir como la gran familia que somos juntos esta experiencia única.
En esos días puedo decir que sentí cosas que no se pueden decir con palabras… Sentí ese tipo de cosas que cuando las piensas se te ponen lo pelos de punta y no puedes explicar qué te pasa… solamente puedes decir que estás feliz. Feliz de poder compartir con muchos jóvenes, entre ellos tus mejores amigos y  personas que te han ayudado siempre que lo has necesitado, momentos como aquellos.
En esos días vimos al Papa, acudimos al Vía Crucis que el mismo presidió, disfrutamos en el festival de la vida consagrada, rezamos en compañía de todos los cristianos del mundo y lo más emocionante… estuvimos en Cuatro vientos. Allí fue lo que me hizo comprender el verdadero espíritu de un concepcionista, a entender a Madre Carmen cuando nos decía eso de que “Dios proveerá”. Porque a nuestra llegada todo parecía indicar que el tiempo nos iba a acompañar… Y pocos minutos después de empezar la Vigilia que el santo Padre presidía, el viento y la lluvia nos sorprendió a todos los presentes. Y lo que verdaderamente me hizo estremecerme fue cuando nosotros los jóvenes en vez de desilusionarnos a causa del temporal, los cerca de dos millones de jóvenes notamos como “ÉL” no dio una fuerza tan inmensa que solo es propia de “la juventud del Papa”. Y cuando el Papa nos habló después de la tormenta y nos agradeció nuestra presencia no pude evitar sentir que me lo decía a mi en particular, porque desde ese día yo me siento más fuerte espiritualmente hablando, porque yo estuve en la JMJ Madrid 2011 y esa experiencia ha cambiado mi forma de ver la vida. Y por que esta experiencia me ha hecho conocer a mucha gente fantástica y he visto que somos muchos jóvenes que en los tiempos que corren, pese a la sociedad que no abunda en valores, saben que Él les acompaña en su vida.
                                             
                                         Iván Fulgueiras Carril (a la derecha)

                                     Grupo de Ponferrada

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola Iván!! Gracias por tu testimonio, es verdad que somos muchos los que apostamos por Jesús, por seguir creciendo en amistad con Él,porque sabemos que es Quien da sentido a nuestra vida y está con nosotros siempre. Conozco a muchos jóvenes que la experiencia de la JMJ les ha cambiado... SIEMPRE ADELANTE!!
ARRAIGADOS EN CRISTO Y FIRMES EN LA FE!