domingo, 27 de mayo de 2018

ECOS DEL PENSAMIENTO DE STA. CARMEN Nº 45


“Santiguarnos al salir de casa es poner en manos de Dios todo lo que va a ocurrir durante la salida. ¿Qué importa que pueda producir una sonrisa irónica o, incluso, una palabra amenazante?”

REFLEXIÓN DE M. ANA ROSA GORDO, rcm

Este eco de M. Carmen resuena en mí como una armonía a tres voces: identidad, confianza y libertad interior. ¡Música, Maestro!
Al santiguarme, estoy marcando mi cuerpo con una cruz. Ahora que tanto se llevan los tatuajes, atrévete a marcar tu cuerpo, sin necesidad de tinta y agujas. Porque, ese gesto, ofrece también un testimonio visible de tu identidad como creyente. ¡No me avergüenzo de lo que soy! ¿Y tú? ¿Te sientes orgulloso de ser hijo de Dios y de creer en Él?
Y hablando de lo que ahora se lleva, abro el menú de emoticonos de whatsapp y tengo 28 símbolos de manos y brazos, cada uno con su significado. Y nos encanta, ¿verdad? Porque es posible comunicar mucho con un sencillo símbolo. Pues lo mismo ocurre con el sencillo símbolo de santiguarse; estamos diciendo a Dios, a nosotros mismos y a cuantos nos vean: “Dios mío, te pertenezco y sé que Tú cuidas de mí.” ¡Confío!
Pero hay ocasiones en que nos condicionamos por el qué dirán y, en lugar del signo de la cruz, hacemos un gesto híbrido entre alisarse el flequillo, rascarse la nariz, disimular un bostezo y abrocharse un botón. O, directamente, no lo hacemos. Es, cuando menos, curioso que santiguarse en público parece sólo reservado a futbolistas y toreros. Pues, aunque no saltes a un terreno de juego o a una plaza de toros, te animo a que valores la fuerza de este signo y que seas libre y valiente a la hora de exteriorizarlo.
Concluyo con una frase atribuida a San Francisco de Asís que me ha servido de inspiración en muchos momentos: “Anuncia el Evangelio en todo momento y, si es necesario, usa palabras.” ¡No subestimes el poder evangelizador de la señal de la cruz!


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