lunes, 8 de octubre de 2018

EL INICIO DE UNA ALIANZA

Hace justo un mes, el 8 de septiembre, M. Isabel Martínez, hoy ya Religiosa Concepcionista, celebraba su primera Profesión Religiosa, aceptando la invitación de Dios de ser toda para Él y de entregar su vida a los demás, como Santa Carmen Sallés. Después de estos días en los que ya vive en su nueva comunidad, estudiando y trabajando en la misión, comparte con sencillez lo que ese día supuso para ella.
Enhorabuena, Isabel y muchas gracias por poner voz a tus sentimientos y compartirlo en nuestro blog.

Llevo mucho tiempo pensando qué es lo que podría contar... Y es que parece que no sé escribir si no me dirijo hacia Ti, Señor. Así que prefiero dejar que el corazón te hable, y luego ya compartir mi pequeña oración con quienes quieran leerla.
Fue un día para Ti. Me hiciste tantos regalos... Quizá uno de los que más agradezco es que me dejaste bien claro que en el camino no estoy sola, que te haces presente en cada persona y que eres Tú quien va llevando mi vida, en la medida que te dejo actuar. 
Ese día se unieron "mis mundos": mi familia y mis amigos, junto a mi familia eclesial y concepcionista. Lo que me repiten mis tíos es que no se imaginaban este ambiente entre las hermanas, y eso me hace ilusión, porque la vida de comunidad me ha sorprendido y me sigue sorprendiendo a menudo. Miro tan agradecida los días de preparativos en los que las hermanas se volcaron conmigo... Toda la decoración y los ensayos, los pequeños detalles que les pedía y que hacían sin ponerme pegas, los detalles de cariño que me hacían llegar como regalo, las sonrisas, las miradas cómplices, su escucha, los abrazos... La ilusión que pusieron en todo, fue una experiencia que fue preparando el corazón para el día 8.
Como me pusieron en una de las muchas tarjetas que recibí ese día... Ese día que nació María, yo también tenía un nuevo nacimiento, y como a Ella, Tú me tomabas de nuevo para Ti.
El día anterior estaba tan nerviosa... Pero ese día, de Tu mano, todo fue un dejarse llevar. Desde el momento en el que con nuestra planta entre mis manos te miré y comenzó la celebración, no pude dejar de sonreír, y de sentirte, tan cerca... Las lecturas eran Tu voz, mis palabras y las tuyas se mezclaban en cada monición, en cada canción, en cada oración de la liturgia... También entre abrazos, saludos y conversaciones. 
Y al final del día, después de todas las muestras de cariño que no dejo de agradecer, me senté por fin junto a Ti. Y comprendí que el compromiso que había hecho, era sólo el inicio de una Alianza que me gustaría renovar cada día. Comprendí que Tú realmente das más de lo que cualquiera de nosotros podemos desear... Que sólo tenemos que saber descubrirte en nuestro día a día y abrir el corazón, aunque tema ser herido... Igual que el tuyo. 
Jesús, caminaré contigo, igual que el pueblo de Israel, guiada sólo por tu promesa: TÚ ME LLAMAS... TÚ ERES FIEL... TÚ LO REALIZARÁS.


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