Hace justo un mes, el 8 de septiembre, M. Isabel Martínez, hoy ya Religiosa Concepcionista, celebraba su primera Profesión Religiosa, aceptando la invitación de Dios de ser toda para Él y de entregar su vida a los demás, como Santa Carmen Sallés. Después de estos días en los que ya vive en su nueva comunidad, estudiando y trabajando en la misión, comparte con sencillez lo que ese día supuso para ella.
Enhorabuena, Isabel y muchas gracias por poner voz a tus sentimientos y compartirlo en nuestro blog.
Llevo mucho tiempo pensando qué es lo que podría contar... Y es que parece
que no sé escribir si no me dirijo hacia Ti, Señor. Así que prefiero dejar que el
corazón te hable, y luego ya compartir mi pequeña oración con quienes quieran
leerla.
Fue un día
para Ti. Me hiciste tantos regalos... Quizá uno de los que más agradezco es que
me dejaste bien claro que en el camino no estoy sola, que te haces presente en
cada persona y que eres Tú quien va llevando mi vida, en la medida que te dejo
actuar.
Ese día se
unieron "mis mundos": mi familia y mis amigos, junto a mi familia
eclesial y concepcionista. Lo que me repiten mis tíos es que no se imaginaban
este ambiente entre las hermanas, y eso me hace ilusión, porque la vida de
comunidad me ha sorprendido y me sigue sorprendiendo a menudo. Miro tan
agradecida los días de preparativos en los que las hermanas se volcaron
conmigo... Toda la decoración y los ensayos, los pequeños detalles que les
pedía y que hacían sin ponerme pegas, los detalles de cariño que me hacían
llegar como regalo, las sonrisas, las miradas cómplices, su escucha, los
abrazos... La ilusión que pusieron en todo, fue una experiencia que fue
preparando el corazón para el día 8.
Como me
pusieron en una de las muchas tarjetas que recibí ese día... Ese día que nació
María, yo también tenía un nuevo nacimiento, y como a Ella, Tú me tomabas de
nuevo para Ti.
El día
anterior estaba tan nerviosa... Pero ese día, de Tu mano, todo fue un dejarse
llevar. Desde el momento en el que con nuestra planta entre mis manos te miré y
comenzó la celebración, no pude dejar de sonreír, y de sentirte, tan cerca...
Las lecturas eran Tu voz, mis palabras y las tuyas se mezclaban en cada
monición, en cada canción, en cada oración de la liturgia... También entre abrazos,
saludos y conversaciones.
Y al final
del día, después de todas las muestras de cariño que no dejo de agradecer, me
senté por fin junto a Ti. Y comprendí que el compromiso que había hecho, era
sólo el inicio de una Alianza que me gustaría renovar cada día. Comprendí que
Tú realmente das más de lo que cualquiera de nosotros podemos desear... Que
sólo tenemos que saber descubrirte en nuestro día a día y abrir el corazón,
aunque tema ser herido... Igual que el tuyo.
Jesús, caminaré contigo, igual que el pueblo de Israel, guiada sólo por tu promesa: TÚ ME LLAMAS... TÚ ERES FIEL... TÚ LO REALIZARÁS.
Jesús, caminaré contigo, igual que el pueblo de Israel, guiada sólo por tu promesa: TÚ ME LLAMAS... TÚ ERES FIEL... TÚ LO REALIZARÁS.
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