“¡Cómo nos
llegan al alma las palabras que brotan del corazón! De un corazón enamorado de
Dios deben brotar nuestras palabras cuando hablamos de él.”
REFLEXIÓN
DE M. CICERA JESÚS, rcm
¿Cómo
sabes que estás feliz al hablar de Dios? o ¿cómo sabes que alguien está realmente feliz cuando
habla de algo?
Al
hablar de Dios nos alegramos, porque Él nos ama y cuida de cada uno con amor
incondicional. Un amor verdadero, sin cambio, sin interés, sin reserva, un amor
sin límites, pues Él no tiene tiempo, espacio y lugar.
Un
corazón alegre apasionado por Dios habla de él con emoción y humildad, vive por
él, para él y con él en todo momento, y hace que su vida sea más serena, dinámica,
sencilla, agradecida y disponible; vive en
comunión con las personas y con todo lo que Dios creó.
Dios
es plenitud y por eso nos llama y nos invita a vivir en comunión con Él. Y con
todo nuestro ser, debemos alegrarnos, nuestra alma resplandece lo que somos;
nuestra mente nos comunica lo que Dios
nos pide a cada instante, nuestro corazón que impulsa y ayuda a poner en
práctica las acciones de Dios, en nuestra vida y misión, nos llama a realizar
en el día a día; el cuerpo nos ayuda a
vivir en comunión con las personas y con el mundo.
Santa
Carmen Sallés nos dice que debemos estar
siempre alegres; porque la alegría es contagiosa y nos hace felices, y cuando
estamos felices, nuestra vida se vuelve más hermosa y unida a Dios que es amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario