A menudo me preguntan sobre mi experiencia en el Camino de Santiago, y siempre lo veo muy difícil de explicar. Decidí ir al Camino durante el Voluntariado en Pozoblanco (10 días antes) gracias a una futura "compañera de Camino".
Todos empezamos con muchísimas ganas, aunque con algo de miedo, por no poder aguantar los kilómetros que nos esperaban.
Cada día era como empezar de nuevo, a pesar de las ampollas (algunos tuvieron la suerte de librarse de ellas), de los dolores de espalda, de las rodillas... siempre nos levantábamos con muchísimas ganas de llegar a nuestro destino.
Personalmente, tuve la "mala suerte" de lesionarme la rodilla, y me perdí dos días de Camino...Digo "mala suerte", aunque a veces pienso que no son las palabras exactas. Pues es una manera diferente de ver la experiencia. Hubo un sacerdote que me ayudó a ver mi "mala suerte" de una manera diferente. Me habló del Camino de Santiago, porque el Camino no es solo andar (porque eso es hacer deporte...) es algo más...Conversaciones, confidencias, experiencias, risas, llantos, superación, historia, fe, sacrificio, hermandad, hospitalidad....
Y creo que por mucho que escriba, no puedo expresar la sensación de llegar al Monte do Gozo (con un nombre muy merecido), es todavía más difícil
explicar el escalofrío que recorre tu espalda a las 6 de la tarde de un Agosto caluroso en plena Plaza del Obradoiro, viendo a una marea roja (unos 4000 jóvenes) cantar y reír enfrente de la catedral. No sé si afirmar que el Camino te cambia es exagerado... pero está claro que algo hace...Porque quien lo hace de verdad, repite.
Sí me gustaría agradecer a todas las religiosas concepcionistas que nos esperaban en la Residencia Universitaria de Santiago. Nos trataron genial (Y es que como en casa... en ningún lado). Cuando llegamos nos esperaban con los brazos abiertos,¡¡y una habitación individual para cada uno!!, Un desayuno riquísimo y variado por las mañanas, y siempre muy pendientes de que los peregrinos estuviéramos bien.
Desde aquí quiero animar a todas las personas a que vivan esta experiencia, porque aprendes muchísimas cosas, conoces a personas muy diferentes (con diferentes metas y sueños), tienes tiempo para observar los paisajes gallegos, disfrutar y asombrarte de la hospitalidad de la gente, de sentir la fe que se palpa en la Catedral o la superación de todos los peregrinos que nos encontramos por esos caminos. Silvia Gómez, a la izquierda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario