viernes, 4 de octubre de 2013

COMPARTIMOS EN FAMILIA: EXPERIENCIA EN EL CAMF

Desde Santa Fe, nos llega esta bonita experiencia que una voluntaria del CAMF de Pozoblanco ha vivido este verano. ¡Gracias Lourdes! Rezamos para que lo que has recibido en esta experiencia lo sigas compartiendo y también para que Dios te ayude a mantener viva la llama que encendió en tu corazón. ¡No dejes que se apague!

Antes de vivir lo que creo que es la mejor experiencia de mi vida, me consideraba creyente, aunque no muy practicante, ahora estoy convencida de que sí lo soy y cada día estoy más orgullosa de ello.
Como alguien a quien admiro y respeto muchísimo me dijo en una ocasión, antes de intentar compartir con ustedes mi experiencia, le pido a Él que me dé luz para que yo sea capaz de transmitir un poco de lo muchísimo que he recibido.

Cuando me propusieron pasar unos días en el CAMF pasé de la sorpresa a la incertidumbre y luego al miedo. Sorpresa porque no esperas que te lo propongan. Incertidumbre de no saber si podrás o si en realidad quieres hacerlo y por último el miedo a lo que no conoces y sobre todo a no saber enfrentarte y reaccionar como la gente espera de ti.
Pues bien, decides hacerlo, llega la hora de la verdad y te pones en camino hasta tu destino. Primero el colegio donde vas a convivir con dieciséis personas a las que no conoces y además son más jóvenes que tú, junto con las religiosas que creen y confían en ti, sin aún conocerte y que durante esos días cuidarán para que tu estancia sea lo más agradable posible. Para mi sorpresa  al llegar me  encuentro con que esos  jóvenes son maravillosos y hacen  esos primeros momentos ya especiales.
Ya de camino al centro, reconozco que me invadió el miedo, ese camino se hizo cortísimo, no quería llegar  e incluso llegué a pensar que lo mejor que me podría pasar era que me encontrara indispuesta y al menos retrasarlo un día más, “eso que nos pasa a todos cuando no queremos enfrentarnos a algo que es inevitable hacer y que nos produce miedo“. Gracias a Dios, no me paso nada de eso y llegamos al centro, mis compañeros nos decían a los novatos “que no nos preocupáramos que todo iría bien “;   esa gente que con tantas ganas nos esperaban y a quienes tenía tanto miedo, te das cuenta que son personas como tú, no, son mejor que tú, amables, sencillos, agradecidos, alegres, geniales, quizás la palabra que mejor los defina sea GRANDES.
Cuando estás con ellos te das cuenta que cada día nos complicamos la vida con memeces que nos  hacen no disfrutarla y que sólo pensamos en nosotros mismos provocando problemas donde en realidad no los hay, te enseñan que cada día que amanece es sencillamente genial y que hay que aceptar la vida como te venga para saber vivirla con dignidad, valentía y lo mejor que puedas. Ellos me han enseñado que cada día que amanece es una oportunidad para olvidarnos de nosotros mismos y pensar en el que tenemos a nuestro lado, en otras palabras me han enseñado a dignificar la vida.
Todos a lo largo de nuestra vida tenemos varios antes y varios después, yo desde mi experiencia en el CAMF tengo un solo antes y un solo después, del antes no voy a hablar, pero del después sí, porque creo que este después me ha hecho una persona distinta, y que cada día me gusta más como es este nuevo yo.
Siempre piensas que cuando vas a ayudar a alguien, ese alguien te lo debe agradecer,  pero estaba equivocada, nunca me imaginé que alguien a quien tú ayudas te pueda dar  tanto, sin pedirte nada a cambio, tan solo tu amistad y cariño, una sonrisa, un gesto, un mirada, una palmada en la espalda,  unos “buenos días”, un “¿cómo estás?”, unas  “buenas noches”…….
Te llenan de paz, esa Paz interior que se va impregnando con la Palabra de Dios y con las miradas de cada uno de los Residentes.

Sólo me resta decir que el mayor agradecimiento es el que se comparte con las personas a las que se quiere. Gracias a todas las personas que he conocido y que tanto me han dado, donde llegué con una mochila y muchos reparos, hoy vengo con las manos y una mochila llena de cariño, esperanza, superación, respeto, admiración, ganas de vivir y de compartir.

 A TODA LA FAMILIA CONCEPCIONISTA: Gracias a cada uno de vosotros porque me habéis llenado de esperanza, de ilusión  y de gratitud…..
Gracias por compartir conmigo la Palabra de Dios, enseñarme a ver su mensaje,  vuestros testimonios de fe son y serán desde hoy un aliciente en mi vida.
Gracias por contar conmigo y por darme la oportunidad de ser uno más entre vosotros

MADRE CARMEN, gracias por confiar en mí.
MADRE MARIA, gracias por ponerme en Su camino y enseñarme cómo andar por él.

Lourdes Molino, Santa Fe.
 
 
Lourdes con una de las residentes del CAMF

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