“No
busquemos la alabanza de los hombres, sólo el asentimiento de Dios. Y no
olvidemos darle gracias”
REFLEXIÓN DE M. REBECA SOSA, rcm
Todos
necesitamos de la aprobación y la alabanza exterior porque somos seres sociales
por naturaleza. Pero vivir a expensas de estas aprobaciones, puede hacernos muy
infelices y dependientes.
Steve
Jobs dijo una vez: “No permitas que el ruido de las opiniones de los demás
ahoguen tu voz interior”. Este famoso informático y empresario probablemente
cansado de críticas o comentarios externos llegó a descubrir que su felicidad
estaba dentro de sí mismo, y no en las opiniones y juicios externos. Yo
retocaría su frase y cambiaría el final, resultando así: “No permitas que el
ruido de las opiniones de los demás ahoguen la voz de Dios”.
Esa
voz de Dios que está fortaleciendo tu autoimagen, forjada con las aprobaciones
de los otros, pero también con Su Voz, con lo que Él te ha dicho desde el mismo
momento en que te creó y que te sigue diciendo cada vez que susurra en tu
corazón palabras de amor y de alabanza: “Eres mi hijo, mi hija… te amo como
eres”.
Vivir
realizando cosas para que los otros nos alaben nos convierte en esclavos de los
demás y de nosotros mismos. Vivir pensando que lo que estoy haciendo va a
servir para ayudar a otros, para hacerles la vida más fácil, para que
disfruten…, nos hace descubrirnos en actitud de servicio, de entrega. Y eso
agrada a Dios y provoca su asentimiento y a la vez, sin darnos cuenta,
recibiremos la acogida de los otros en forma de gratitud o alabanza, pero eso
ahora ya será una consecuencia y no el objetivo primero a perseguir.
Agradar
a Dios es hacerlo sonreír. ¿Sabrías cómo hacerlo? Piensa, en estos momentos…
¿qué podrías hacer para sacarle una sonrisa a Dios?
Pues
es así de sencillo…, porque ya te adelanto que nuestro buen Padre Dios es de
sonrisa fácil.
Una
buena acción, un gesto de amor, una palabra de reconciliación, una mirada de
acogida… Todo esto hace sonreír a Dios.
Y
si quieres que esto ya sea “para nota”, da gracias a Dios, como nos dice Madre
Carmen con este pensamiento. Agradar a Dios, sacarle una sonrisa y darle las
gracias por haberlo podido hacer y vivir así. ¿Dónde andamos buscando la
felicidad queridos jóvenes?
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