domingo, 14 de mayo de 2017

ECOS DEL PENSAMIENTO DE STA. CARMEN Nº 35

“El verdadero amor a Dios, nos llevará a amar a los hermanos, nos unirá a ellos”.

REFLEXIÓN DE M. DOLORES VELASCO, rcm
Hace unos cien años M. Carmen nos comunicaba esta experiencia personal. Lo hacía porque en su vida era una convicción. Y hoy, después de tanto tiempo no ha perdido vigencia, ni fuerza. Sigue resonando como un eco, que pasando por nuestros oídos, hace un nido en el corazón, porque… es tan grande, tan actual, tan evangélico este mensaje…
El amor es más que un sentimiento, necesita expresarse y cuando lo hace, se desata el corazón.
¿CÓMO?
Escucha a ver si te suena esto: “Tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber, estuve enfermo o en la cárcel y viniste a verme. ¿Cuándo hice yo esto? Cuando lo hiciste con alguno de mis hermanos, conmigo lo hiciste”.
A lo mejor te extraña si te digo a ti, que ahora con los cascos puestos escuchas este audio, que creo en ti. Y creo porque pones mucho corazón en lo que haces.
Algo ha vibrado en mí al oír este pensamiento de M. Carmen que me ha llevado inconscientemente a esa otra afirmación suya, esa que va dejando posos de sabiduría allí donde se oye: “Haz lo que haces, hazlo bien, hazlo por Dios”.
Esta ha de ser la raíz y el aire de nuestro amor: DIOS. Lo que se hace por Él trasciende al “otro”, llega mucho más allá de cuanto podemos imaginar. Cuando se cuenta con Dios, cuando creemos que Él es el motor que activa nuestro querer, nada queda en nosotros; una fuerza mayor nos empuja a manifestarnos haciendo sencillamente el bien. A veces lo oímos en forma de noticia. Y suena así:
  • Una marea juvenil se pronuncia a favor de la vida.
  • Centenares de jóvenes celebran la Pascua conviviendo con personas en lugares donde habitualmente no llega la Palabra de Dios.
  • Acompaño grupos cuya inquietud es rehabilitar a los excluidos y marginados.
  • Corazones jóvenes dedican su tiempo libre a los enfermos e impedidos.
  • Muchos ancianos que viven en residencias, personas que acuden puntual o asiduamente a comedores sociales, encuentran apoyo en la sonrisa y gestos de corazones entregados.
Estos hechos son marcas de ese amor a Dios que impulsa a amar a los hermanos, porque en definitiva, nosotros somos quienes elegimos cómo y cuándo manifestamos el amor.
Cuando amamos, Jesús no nos pide que renunciemos a nada, sino que elijamos lo mejor, porque amar es dar sin esperar nada a cambio.
Dios creó todo por amor y nosotros somos la chispa que se le escapó a Dios en la creación. Así que ama con todo tu corazón a los de cerca y a los de lejos, porque al amarnos, el mundo se renueva, la vida siempre es nueva, siempre es nuevo el amor.


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