Alba Delgado es alumna del colegio de Manzanares y ha querido compartir en nuestro blog su experiencia con la Cruz de las JMJ. Gracias por tus palabras, Alba y... ¡NOS VEMOS EN MADRID ESTE VERANO, EN LA JMJ!
LA CRUZ EN MANZANARES…
El día que me enteré que la cruz de los jóvenes pasaba por mi pueblo, la cruz que un día el Papa Juan Pablo II entregó a todos los jóvenes de este mundo ¡no me lo podía creer!!, Yo ya la había visto anteriormente en la gran vigilia en San Lázaro el pasado verano en Santiago de Compostela, pero aún así no acababa de creerme que la cruz llegaba aquí a Manzanares.
El único problema de esta visita era que el tiempo que la cruz permanecía aquí yo me encontraba en clase, pero quería con todas mis fuerzas ir y tocarla y notar esa vibración de la que todo el mundo hablaba. Ya estaba convencida de que no podría ir pero gracias al colegio pude cumplir un sueño.
Pese a los temores de que no nos dejaran poder verla ya que se encontraba en Basida, un centro en el que residen personas enfermas de sida, y no sabía si podría ir por ser menor de edad, por fin pudimos ir. Cuando entré en la habitación noté que ahí estaba, estaba la cruz pero no sola, estaba Dios y nos estaba acompañando.
Después de escuchar unas preciosas palabras que Madre María había preparado con tanto cariño y con tanta ilusión todos nos dispusimos a tocar la cruz, yo tardé un momento porque no me atrevía, le tenía tanto respeto que no sabía si acercarme o no pero noté como mi corazón me decía que me acercara, en el momento que la toqué yo también noté esa sensación, esa vibración de la que tanto me habían hablado, no era consciente de lo que me estaba pasando, algo dentro de mi estaba cambiando, de mi no salía otra palabra que no fuera GRACIAS y entonces noté como una lágrima corría por mi cara, algo que me cuesta mucho hacerlo delante de gente pero no podía aguantármela.
Cuando llegó el momento de llevarse la cruz para que continuara llevando la Presencia de Cristo por otros lugares nos tocó la gran suerte de llevarla a nosotros al igual que a la imagen de la Virgen, tan preciosa como me habían contado que era.
Cuando terminó este gran acto (oración-celebración) y llegué a casa para contar la experiencia no tenía palabras para describirlo solamente se me dibujaba una sonrisa de oreja a oreja que todavía no puedo quitármela cada vez que pienso en ese momento.
Alba Delgado
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