domingo, 20 de marzo de 2011

CASAS DE MARÍA INMACULADA

COMUNIDAD DE MADRID-PRINCESA

Desde nuestra comunidad de Madrid Princesa M. Carmen se fue al cielo, prometiéndonos su amor y bendición. Esta casa de María Inmaculada, fue fundada por M. Carmen.
Desde 1897 las concepcionistas se instalan en Madrid capital, al principio en casas de alquiler. Era grande el deseo de M. Carmen de tener una casa en propiedad donde vivir experimentando el amor de Jesús y donde se amara y se enseñara a amar a María Inmaculada. Más que un deseo era una señal, ya que sabía que se cumpliría antes de su muerte.
Este sueño de M. Carmen se cumple en el año 1907 y desde entonces una comunidad concepcionista comparte aquí vida y misión.
Hasta el año 2010 ha sido Casa General donde vivía el Gobierno General, impulsando la vida de toda la Congregación. Hoy somos 27 religiosas que intentamos compartir cuanto somos y tenemos, viviendo nuestra vocación concepcionista. En medio de nuestra capilla, de nuestro colegio, de nuestra comunidad se alza María Inmaculada.
Somos felices de evangelizar educando a niños y jóvenes, compartimos esta misión con la comunidad educativa del colegio. En torno a nuestra comunidad han surgido grupos del Movimiento Laico Concepcionista, con quienes compartimos el carisma. Abrimos nuestras puertas a antiguos alumnos, padres… Nos sentimos con todos ellos Familia Concepcionista. También está en nuestra comunidad la sede de la ONG Siempre adelante, donde religiosas y voluntarios impulsan y canalizan gestos de solidaridad que llegan a los más necesitados.
Guardamos como tesoro en nuestro Oratorio, los restos de M. Carmen, que nos hacen sentir su presencia viva entre nosotras y, con alegría, experimentamos el cariño y devoción de tantas personas que se acogen a su intercesión.
Cada día vivimos la certeza de que la vocación Concepcionista es un regalo lleno de vida en la Iglesia y para la Iglesia, una vocación que nos hace felices, una pasión por Cristo y por los niños y jóvenes a los que queremos anunciar su amor. Sabemos que nuestra vocación nos ofrece un camino de santidad en el que María Inmaculada vuelve nuestra mirada, nuestro corazón y nuestras acciones hacia Cristo.


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