M. CARMEN: NO DEJES DE MIRARNOS
Si el grano de trigo no cae en tierra, no muere y … como consecuencia, no resucita, no produce fruto.
Pero… a CIEN años de saberte enterrada, M. Carmen, ¿quién duda de la cosecha?
NO DEJES DE MIRARNOS para que aprendamos de Ti, esa ascesis personal que te mantuvo en constante dinámica pascual, que alentó incondicionalmente tu entrega hecha de puro amor a Dios y ofrenda a los hermanos.
Hoy, que te palpamos tan viva en tantos rincones de la tierra, nos preguntamos: ¿Qué líneas, qué garabatos, qué “grafitis”, qué caligrafía hiciste con tu vida a los pies del Crucifijo?
Y… la respuesta viene dada en infinidad de nombres propios, en testigos que nos transmiten la herencia de tu pasión por la vida cotidiana, en mil detalles que han ido conjugando contemplación y acción.
NO DEJES DE MIRARNOS, necesitamos tus hijas otros lagos y otros lares, donde podamos seguir afirmando que somos pobres mujeres tripuladas por la gracia de Dios y aferradas al timón de la oración.
NO DEJES DE MIRARNOS, necesitamos en la misión, no retirar los crucifijos, porque ante Cristo crucificado trazaste nuestra pedagogía. No podemos retirarlos porque en la madera de sus cruces, están grabadas tantas vidas, tantos rostros pegados a ella por falta de valores liberadores.
Ayúdanos, M. Carmen, a sentarnos donde acaba la cruz de nuestros cristos, y desde allí, mirar contigo al crucificado y ponerle nombre.
En tus ojos vemos chispas de resurrección, y tus manos trasportan granos fructificados por la confianza en Dios, fruto de tu unión con Él.
A los 163 años de tu vida, a los 100 de tu muerte, nuestra oración es una mezcla de homenaje por ser Mujer de aquel tiempo, y de súplica por ayudarnos a ser mujeres de hoy.
GRACIAS M. Carmen por tu vida, por tu muerte, por ti.
Contigo HACEMOS CAMINO.
M. Dolores Velasco
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