La reflexión del pensamiento de hoy nos la ofrece una religiosa concepcionista que ha pasado la mayor parte de su vida en Corea del Sur. M. Mª Jesús Mora estudió en el colegio de Hortaleza y, siendo todavía muy joven, fue destinada a este país del Oriente. Allí vivió como misionera, evangelizando y ofreciendo toda su juventud en un país de minoría católica. Después fue destinada a Filipinas, donde estuvo tres años antes de venir de nuevo a su tierra natal, España.
Actualmente reside en la Casa Provincial de España y da clase en el colegio de Hortaleza. Muchos años de misionera intentando vivir y transmitir el mensaje que nos ofrece en su reflexión, que somos, sencillamente AMADOS.
ECO Nº 7 DEL PENSAMIENTO DE CARMEN SALLÉS
“El hijo ama
a su padre porque este le amó primero. Así nosotros con Dios”
REFLEXIÓN de M. Mª Jesús Mora, rcm
Un joven me
contó cómo un pequeño comentario hecho por uno de sus amigos le hizo caer en una
profunda depresión. Sentía que su amigo había roto sus muros defensivos y que
le había visto tal y como era: un hombre pobre y vulnerable tras su brillante
armadura. Me di cuenta de lo infeliz que había sido a pesar de la envidia que
despertaba en los demás por sus cualidades. Durante años se había hecho estas
preguntas: «¿Hay alguien que realmente me quiera? ¿A quién le importo?» Y cada
vez que subía un peldaño más en la escalera del éxito pensaba: “en realidad, yo
no soy así, la gente quiere mi imagen, pero no a mi mismo” Ahora me pregunto si
soy consciente de que Dios ha estado intentando encontrarme, conocerme y
quererme, a mi, tal cual soy. La cuestión no es:
«¿Cómo puedo
encontrar a Dios?» sino: «¿Cómo puedo dejar que Dios me encuentre?» La cuestión
no es: «¿Cómo puedo conocer a Dios?» sino: «¿Cómo puedo dejar a Dios que me
conozca?» La cuestión no es: «¿Cómo voy a amar a Dios?» sino: «¿Cómo voy a
dejarme amar por Dios?»
Dios me busca
en la distancia, tratando de encontrarme, y deseando llevarme a “casa”. El
siempre sale primero a buscarme. ¿Puedo aceptar que merece la pena que se me
busque? ¿Me creo que soy importante? ¿Creo realmente que Dios desea estar
conmigo? ¿Qué concepto tengo de mí mismo?
M. Carmen nos
presenta el único y más alto concepto de nosotros mismos. Somos amados
incondicionalmente y por lo que “somos”, nunca por lo que hacemos o podemos
hacer. No somos más amados por nuestros éxitos, ni rechazados por nuestros
fracasos. Somo sencillamente: AMADOS. Así trató M. Carmen a sus
alumnos y a sus religiosas, y ella, hoy, nos invita a levantar la mirada con
confianza, a no tener miedo a reconocernos débiles, heridos, vulnerables: ésta
es la puerta para abrirnos al Amor, dejar que Dios nos ame y ame a los hermanos
en y con nosotros.
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