lunes, 1 de junio de 2015

CUMPLEAÑOS DE M. ISABEL MORAZA, SUPERIORA GENERAL

El día 31 de mayo solemnidad de la Santísima Trinidad, deseando sumergirnos en ese misterio de comunión y fraternidad y buscando a Dios en y con nuestras hermanas, algunas de las comunidades más cercanas a la Casa General, acudimos para felicitar a M. Isabel Moraza, nuestra Superiora General, y con ella, unirnos a todas las hermanas de la Congregación para dar gracias.
En todas nosotras junto a M. Isabel, también resonaba este día el eco de la oración de María cuando visita a su prima, sus palabras de reconocimiento de la grandeza, de la misericordia de Dios en cada una de nuestras vidas, débiles, necesitadas y vulnerables. Y es curioso que María sólo canta la misericordia y la grandeza de Dios en su pequeñez cuando se encuentra con la “hermana” (aunque fuese su prima). Y es que la misericordia de Dios tiene en nuestras vidas rostro de hermana, rostro de fraternidad.
Después de una Eucaristía compartida y profundamente participada, presidida por el P. Rafael Belda, en torno a una pequeña gruta de la Virgen de Lourdes que está en el jardín, nos dimos cita para rezar el rosario. Allí, mientras recitábamos las Aves Marías, quisimos sentir en nosotras a María hija del Padre, Madre del Hijo, Esposa y Templo del Espíritu Santo, y desde ahí, sentirnos más profundamente concepcionistas hoy, porque con Ella, nosotras también nos sabemos y sentimos BENDECIDAS Y AGRACIADAS.
Al finalizar, una comida fraterna que se inició con una bendición especial, la LUZ de un farol nos volvía a recordar el objetivo educativo de este curso escolar: “CONTIGO NUESTRA LUZ ES MÁS”, y éste fue el mensaje transmitido: Seguir siendo Luz de María para el mundo, iluminando corazones, vidas de tantas y tantas personas que se relacionan con nosotras.
Después de comer, M. Isabel nos dirigió unas palabras de agradecimiento por la presencia de las hermanas de Congregación y nos compartió acerca de su último viaje a la Provincia de Brasil donde ha pasado la visita pastoral. Nuestra Madre General nos animó a seguir adelante, cada una desde la misión encomendada, como hijas del corazón de una gran mujer que nunca supo lo que era amedrentarse ante lo que -a los ojos humanos- sólo aparecía como una dificultad. M. Carmen supo siempre arriesgar, seguir…, y nosotras, con esa pasión, queremos seguir adelante.
M. Isabel, tomó en sus manos una vela de Pascua, que había recibido en Brasil y nos invitó a pasárnosla unas a otras, a mirarnos a los ojos y bendecirnos mutuamente y con ello, ser portadoras unas para otras de la bendición de Jesús.
Con la bendición del Padre, el amor del Hijo y la gracia del Espíritu Santo, nos despedíamos todas hasta el próximo encuentro comunitario, después de cargas pilas fraternas para continuar con los quehaceres cotidianos desde las comunidades respectivas.



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