ECO Nº 24 DEL
PENSAMIENTO DE CARMEN SALLÉS
“Tenemos que alabar a
la Santísima Trinidad. El rezo del trisagio es una excelente alabanza”
REFLEXIÓN de M.
Begoña Arias, rcm
¡Oh
Dios mío, Trinidad a quien adoro, Padre, Hijo y Espíritu Santo! ¡Qué Misterio
tan inmenso! Y a la vez ¡qué próximo y cercano a nuestra vida! (Cf. Hech 1,28.)
Un Dios que no es Otro que el Dios Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Tres
Personas distintas y un solo Dios verdadero. ¡Ojalá viviéramos más conscientes
de esta gran Verdad que nos habita!
Santa
Carmen Sallés sí vivió este misterio, sí fue consciente de esa gran Verdad…,
ella se dejó inundar por el Amor del Padre, del Hijo y del Espíritu. Santa
Carmen no se entretiene en hacer discursos cuyo contenido sea la Trinidad. Ella
sencillamente VIVE, se deja llenar de la
bendición que proviene de Dios Padre, un Padre que es providente, que conoce lo
más recóndito del corazón del hombre. Carmen reconoce que esa bendición del
Padre se ha volcado en los hombres hasta el punto de darnos a su propio Hijo,
Jesucristo. Su experiencia de Jesucristo se plasma en el Amor, un amor que para
ella es esponsal y lo llamará y lo reconocerá así: “Esposo Redentor, Maestro y
Buen Pastor”
Santa
Carmen vive y se deja llenar del Espíritu Santo. Toda su vida permaneció
abierta a la gracia del Espíritu, dispuesta a escuchar y seguir su voz, estaba
convencida que escuchando la voz del Espíritu Santo y siguiéndola no se equivocaba,
estaba segura de que esa voz y esa gracia le transmitían la voluntad del Padre,
voluntad que ella quería y deseaba llevar siempre a cabo. Su experiencia y
vivencia del misterio trinitario se torna en ella alabanza y agradecimiento y
como señal de esa alabanza reza el trisagio
a la Santísima Trinidad, devoción frecuente en su época y sobre todo en
Cataluña, muy recomendada por el P. Claret, que ella hace suya. Devoción que a
su vez transmite a las religiosas de la Congregación. Santa Carmen
reconoce que a través de esta
espiritualidad trinitaria se vive el amor de Dios al hombre y el amor del
hombre a Dios. Ella no habla de inhabitación de la Trinidad en el alma, pero
tiene la experiencia de que todo un Dios Uno y Trino la llena, la invade, la
conforta, le descubre quién es la otra persona, una criatura hecha a imagen y
semejanza de Dios Creador por lo que su oración se vuelve en alabanza continua
al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Santa Isabel de la Trinidad deseaba
ser alabanza de gloria a la Trinidad, santa Carmen no lo expresa con palabras
pero su vida, sus acciones, su pedagogía, su interés y atención a la persona lo
refleja.
Pidamos a santa Carmen
que nos ayude a alabar y reconocer en nuestro interior al Dios Uno y Trino que
nos habita.
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