jueves, 2 de febrero de 2017

CELEBRAR ES AGRADECER. FIESTA DE LA VIDA CONSAGRADA

La vida está llena de pequeños detalles, de sencillos momentos, que no por su humildad dejan de ser grandes y únicos. La vida merece ser vivida con corazón agradecido, dejándose sorprender… y dejándose querer. ¡Cuántas veces dejamos escapar preciosos instantes de felicidad que apenas rozan, como brisa, nuestro ser…!
Hoy es día de abrir el corazón, de dar gracias, de compartir la dicha de sentirse Consagrada y junto a otros muchos hermanos y hermanas ser Iglesia viva en medio del mundo.
La Vida Religiosa merece la pena, en medio de la entrega silenciosa de cada día… Son esos pequeños detalles los que nos lo recuerdan y, de vez en cuando, esos regalos que vienen como caídos del cielo, estrellas fugaces que iluminan nuestra misión.

¡Cuántas veces te enseñamos a decir gracias! ¡Cuántas veces te hablamos de gratuidad! ¡Cuántas veces te dijimos: “Que todos puedan ver que te has educado en una Casa de María Inmaculada”!
Mereció la pena, ¡claro que sí! Y hoy eres tú, alumno, exalumno concepcionista, quien refleja este Carisma en uno y mil detalles, sencillos y pequeños, decimos…, pero de gran valor.
Gracias por esta preciosa carta, por este maravilloso vídeo… Gracias especiales a quienes lo han pensado y lo han realizado… Pero GRACIAS A TODOS, porque lo envían en vuestro nombre. Junto a Carmen Sallés os decimos: “Sois nuestro mejor regalo… Nuestros pedacitos de cielo en la tierra”.
¡Alegraos con nosotras en este día de la Vida consagrada!, porque sois una parte importante de la fiesta, quiénes hacéis posible y feliz nuestra misión.

A través de este vídeo, que contiene el texto de una carta, unas alumnas y exalumnas, nos han querido felicitar a todas las Concepcionistas. ¡GRACIAS!


CARTA A LAS RELIGIOSAS CONCEPCIONISTAS:

Hola Madre, 
No sé tu nombre, ni tu destino, ni tu edad…Probablemente, aunque me estés leyendo no te conozca en persona, y tú tampoco sepas de mi existencia; sin embargo, te debo muchísimo. Por eso, me aventuro y me dirijo a ti con todo el cariño que soy capaz, pronunciando esas dos sílabas que significan tanto para mí: “madre”. 
Quiero agradecer tu labor sea cual sea dentro de la congregación, hayas o no coincidido conmigo. Gracias por la gratuidad de tu servicio, gracias por ser luz en un mundo lleno de penumbra que apenas valora la misión que seguís haciendo presente y que a tantos jóvenes llega… ¿Llega? Me parece que me quedo corto. Llega, llena, da sentido, y, y, y… El gracias más sincero y grande se queda pequeño porque las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que decir desborda el alma. 
Podrás deducir que he crecido entre las cuatro paredes de uno de vuestros colegios… Y hoy soy incapaz de echar la vista atrás sin sonreír al ver que junto a cada uno de mis pasos sigue habiendo huellas. Quizá son las tuyas o quizá no… pero seguro que compartían ese carisma que me habéis inculcado, ese “aire de familia concepcionista”. Es tan importante tu tarea… Gracias por educar desde el corazón, sin pretender ser perfecta, dándote por completo a cada uno de tus alumnos de formas tan diversas. Gracias por responder como M. Carmen a ese gran proyecto de vida: Seguir adelante siempre adelante confiando plenamente en la Divina Providencia.
Fdo: Un alumn@

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