Damos las gracias a Enrique, exalumno del colegio de Segovia, por compartir en nuestro blog su experiencia de la canonización.
Os seguimos animando a enviar vuestras experiencias. Podéis enviarlas de manera individual, en familia o en grupo... y no os olvidéis de adjuntarnos una foto.
Segovia, 19 de noviembre de 2012, 6:00 am suena el despertador algo más temprano de lo habitual. Mi madre, Mª Carmen, mi hermano Miguel, mi novia Marta y yo nos vamos a Roma, más concretamente a Ciudad del Vaticano. Nos espera un viaje para la Canonización de Madre Carmen Sallés.
Llegamos a Italia, el tiempo es cálido y casi veraniego. Basta con salir del metro en la parada de Ottaviano y caminar unos metros para encontrarse con el primer grupo de la Familia Concepcionista. Se nota que el fin de semana es especial: el domingo es día de canonizaciones y los turistas no tienen la apariencia habitual.
Como nos
alojamos junto a San Pedro del Vaticano forzosamente tuvimos que pasar por la
Plaza de San Pedro y... ¡Ahí estaba! ¡La imagen de Carmen Sallés en la fachada
de la Basílica! En ese momento me di cuenta de lo realmente lejos que había
llegado la labor de las Religiosas Concepcionistas y la Familia Concepcionista
en su conjunto y de como mi madre, mi hermano, mi novia y yo íbamos a ser
testigos de aquel momento.
Roma da
para mucho y, aunque teníamos claro el objetivo del viaje, no íbamos a
desaprovechar la oportunidad de recorrerla y conocerla un poco mejor: sus
monumentos, edificios, museos, la pasta y la pizza en sus más extensas
variedades y los helados italianos; así qué decidimos visitar la ciudad y
empaparnos de su encanto y de su historia.
El sábado
20 -día previo a la canonización- la congregación Concepcionistas había
programado una Vigilia de Oración. No disponíamos de un medio de
transporte para acercarnos, ni cabía la
posibilidad de ir en metro o autobús urbano, por lo que no teníamos claro si
acudir, pero aquella mañana visitamos la Basílica de San Pedro y los Museos
Vaticanos y ver que Carmen Sallés iba a ser proclamada santa en aquel precioso
lugar con tanta historia, junto al sepulcro de San Pedro... ¡Había que
empaparse del Espíritu Concepcionista!
Los
grupos de colegios, venidos de todas partes iban llegando a aquel auditorio
hasta llenarlo completamente con un gran júbilo. Conseguimos sitio para
nosotros cuatro, más o menos en el centro de la sala; delante había unas
butacas reservados: resulta que esos sitios estaban destinados a la familia
brasileña de la niña sobre la que Madre Carmen obró el milagro que, entre sus
muchos actos, sirvieron para hacerla Santa ¡Qué coincidencia! Tras una vigilia de
oración y de canto nos recogimos porque a la mañana siguiente era la
Canonización.
A pesar
del madrugón, las colas para pasar a la Plaza de San Pedro eran inevitables, y
es que se iban a canonizar a 7 santos y claro: nadie se lo quiere perder. No
importa, esperamos pacientemente y tras algún que otro empujón conseguimos
entrar y presenciar la ceremonia.
Imaginad
esa inmensa Plaza de San Pedro del Vaticano, un soleado día de otoño,
abarrotada como nunca yo antes había visto algo igual: los peregrinos íbamos
alegres, no nos pesaba el cansancio porque teníamos muchas ganas de aquel
momento. Solemnemente y en latín, seguimos la ceremonia, hasta el momento en
que el Papa Benedicto XVI comienza a hablar en castellano y los aplausos de los
amigos de Concepcionistas irrumpen por casi todos los rincones de la Plaza, el
Papa comienza a hablar de Madre Carmen, de sus hijas las Religiosas
Concepcionistas y de los valores que siempre les han acompañado. Yo mientras
tanto veía a grupos de alumnos del colegio y me acordaba de esos años de mi
infancia y mi adolescencia que había pasado por el colegio de Segovia y lo
recordaba con cierta ternura.
Fue una
experiencia única y enriquecedora, de esas experiencias que sabes que
recordarás toda la vida, como también recuerdo mi paso por el Colegio de Concepcionistas
en Segovia como alumno.
ENRIQUE PÉREZ
SÁNCHEZ
Enrique, con su madre, su hermano y su novia.
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