“El amor de Dios nos llevará a ser trabajadores y
mortificados”
REFLEXIÓN DE M. BENITA ESPADAS, rcm
Dios, trabajo, mortificación. ¿Cómo relacionar
estas tres palabras para entender el mensaje que M. Carmen quiso transmitirnos?
Lo primero y lo más importante para ella, fue
saberse querida por Dios con un amor que la desbordaba el corazón, un amor tan
grande, un amor tan de Padre-Madre, tan Misericordioso, tan Providente, tan de
Esposo, que la consecuencia era responder a ese amor con
todas sus fuerzas, costara lo que costara.
¿Te has parado a pensar, tú joven, lo que hacen tus
padres por ti, que te quieren más que a su vida? Trabajar y trabajar para que
no te falte nada, sacrificar días y noches cuando han tenido que estar a la
cabecera de tu cama si estabas enfermo, velar y sufrir cuando eras pequeño y tu
llanto era el único lenguaje que tenían para interpretar lo que te pasaba y
muchas veces no sabían y probaban mil y una cosa, hasta que conseguían que
estuvieras contento… Quizás esto lo veas como una obligación, pero no dudes que
es porque te quieren muchísimo.
Y si te parece, piensa un poco en tu historia,
piensa en la primera vez que te enamoraste, ¿cambió algo en tu vida? Yo conozco
estudiantes, personas, que al enamorarse, ha sido tal el impacto, que su vida
cambió de perezosos y vagos, en trabajadores y responsables. ¿Y esto crees que
no supone sacrificio y mortificación? Seguro que me dices que sí, pero como el
amor es más fuerte que todo, pues no importa ni madrugar, ni dedicar horas a la
tarea, a lo que sea, con tal de ver contenta a la persona que se quiere.
Pues lo mismo ocurre con Dios, cuando descubro que está enamorado de mí, que me quiere, soy capaz de hacer lo que a Él le agrada con tal responder a ese cariño, a ese amor. Y la prueba más grande del amor de Dios, del amor de Jesús, ha sido la de dar la vida por ti, por mí, por cada ser humano. Lo acabamos de celebrar en la Semana Santa, se lo agradecemos y nos alegramos en este tiempo Pascual, respondiendo con nuestra vida, entregando la vida a los que viven con nosotros, a los que nos necesiten, salir de una vida egoísta. Supone trabajo y mortificación, pero el gozo recompensa, pruébalo.
Pues lo mismo ocurre con Dios, cuando descubro que está enamorado de mí, que me quiere, soy capaz de hacer lo que a Él le agrada con tal responder a ese cariño, a ese amor. Y la prueba más grande del amor de Dios, del amor de Jesús, ha sido la de dar la vida por ti, por mí, por cada ser humano. Lo acabamos de celebrar en la Semana Santa, se lo agradecemos y nos alegramos en este tiempo Pascual, respondiendo con nuestra vida, entregando la vida a los que viven con nosotros, a los que nos necesiten, salir de una vida egoísta. Supone trabajo y mortificación, pero el gozo recompensa, pruébalo.
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