viernes, 20 de mayo de 2011

HUELLA CONCEPCIONISTA

El mes de mayo no sólo es el mes de María en nuestros colegios, es un mes de despedidas y celebraciones: comuniones, festivales, fin de curso... Y graduaciones.
Los alumnos más mayores se preparan para sus exámenes finales y celebran su graduación, con cariño y una mezcla de alegría y tristeza. Ilusionados por el futuro y nostálgicos al recordar el pasado.
Laura es una alumna del colegio de Camponaraya, León. En la Semana Vocacional, quiso escribir unas letras para las religiosas y profesores de su colegio y la han animado a compartirlas con todos nosotros.
¡Gracias por este testimonio tan bonito que nos ofreces! Ya sabes que en las Casas de María Inmaculada, los exalumnos tenéis siempre las puertas abiertas y seguís formando para de esta Gran Familia. Contamos con vosotros y nos gusta disfrutar de vuestra presencia en los distintos eventos y celebraciones de nuestros colegios.

Cuando acabé la primaria tuve que tomar una decisión, la más importante y una de las mejores decisiones que he tomado en mi “corta” vida, elegir el instituto al cual quería ir y con algunas referencias me decidí por el Colegio “La Inmaculada” de Camponaraya.
Llevo ya seis años en él y parece que fue ayer cuando llegué siendo una niña, y con los nervios del primer día. Pero ahora ya soy una mujer y lo que hoy soy, a parte de a mi familia, gran parte se lo debo al colegio, a los profesores y a las religiosas.
Si ahora me preguntaran qué opino sobre el colegio, sin dudar diría que estoy más que orgullosa de pertenecer a esta gran familia, porque esto es lo que es, una gran familia en la que todos nos conocemos, nos apoyamos en los momentos difíciles, pero que también nos reímos en los buenos momentos, porque aquí nadie pasa desapercibido.
A lo largo de mi vida en el colegio, he pasado por momentos bastante difíciles. El año pasado, por diferentes circunstancias de la vida, fue un año malo. He estado a punto de tirar la toalla y dejarlo todo, puesto que ya no quería seguir estudiando. Pero, gracias a todos los docentes, religiosas y sobre todo en gran parte a mi tutora (a la cual quiero muchísimo), ahí me mantuve al pie del cañón, sujetando la toalla, pero no con una mano, sino con todas aquellas manos de todo el colegio que apostaban por mí.
Hoy, con la cabeza centrada en su sitio, quiero agradecerles con todo mi corazón lo que en su día el colegio hizo por mí y que no sabría qué hubiera sido hoy de mí sin ese apoyo que tanto necesitaba y que me brindaron sin duda alguna, y con gran persistencia, aunque en esos momentos no lo viera, o no lo quisiera ver.
Si tengo que responder a la pregunta ¿qué ha significado el colegio de María Inmaculada para ti? Diría que ¡todo!, que me siento orgullosísima de haber tomado aquella decisión tan simple como a qué instituto ir; me siento tan bien que si tuviera que volver atrás en el tiempo, sin duda alguna volvería a elegir el Colegio de Madre Carmen Sallés.
Este es mi último año si todo sale bien, y me dará mucha pena tener que despedirme de todas las personas tan grandes que forman el colegio, pero llevaré a todas y cada una dentro de mi corazón, como también sin dudarlo sé que ellas me llevarán a mí.
Después de tantos años, mi corazón ya tiene en su parte una forma: la del escudo concepcionista. Y la seguirá teniendo allá donde vaya siempre.
Gracias, Colegio La Inmaculada, gracias Madre Carmen, gracias a todos por encauzar y dar sentido a mi vida.

Laura Sánchez García

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