Soñar para vivir
Ese sueño
se volvió a repetir, Ana empezaba a pensar que se había vuelto loca, la
cuestión era que todas las noches soñaba con esa mujer, con su hábito blanco y
azul, que le transmitía esa sensación de paz y tranquilidad que hace tiempo
había perdido, justo en ese oscuro día en el que los médicos habían detectado
un tumor en el cerebro de su pobre madre. Esa mañana mientras
tomaba su desayuno una noticia llamó su atención y al subir el volumen de la
televisión solo pudo escuchar un nombre: “Carmen Sallés” y después una foto.
Ana se
sorprendió mucho ¿Cómo podía ser? Era la misma mujer, la mujer que aparecía en
sus sueños, esa que todas las noches le transmitía esa paz que la
envolvía. Se fue al trabajo, fue un día
duro, bastante ajetreado, en el que Ana no pudo dejar de pensar en ella, Carmen
Sallés. Por la noche Ana llegó a casa agotada y se metió directa a la cama, ese
día no le había dado tiempo de llamar a su madre y ya era muy tarde para
hacerlo y así, pensando en ella, se durmió.
Esa noche
soñó otra vez con aquella mujer pero esta vez fue diferente, esta vez le habló
y ella le dijo: “No te angusties, Ana, tu madre ya está bien”. Ana se despertó
sobresaltada, el teléfono no paraba de sonar, eran las doce ya ¿Cómo podía
haber dormido tanto? Corrió para coger el teléfono, era su madre, ¡Estaba
curada! Era algo increíble, inexplicable para todos menos para Ana, que a
partir de ese día no dejó de agradecerle a esa mujer el haber curado a su madre.
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