Busco aquel rosario que me regalaron y lo dejo en mi mesita de noche, quizá lo meta en mi bolso o en el bolsillo del pantalón. En el metro, en el autobús, caminando por la calle..., puede ser buen momento para encomendarle aquellas intenciones de mis familiares y amigos. Quizá me acerque hoy a la Parroquia y charle un rato con Ella, descansando junto a su regazo después del ajetreado día...
"La Virgen es tu Madre, quiérela mucho", decía M. Carmen. ¡Y cómo no la voy a querer! Si es tan importante su presencia en mi vida, si ha sido tanto el cariño y la ayuda ofrecida... Si siempre ha estado y está ahí, aunque a veces me he olvidado... La Virgen es mi Madre, y por eso la quiero y este mes de mayo se viste de color y se llena mi corazón de alegría e ilusión, sin saber cómo... o sabiéndolo, después de encontrarme con su mirada.
¡Gracias, María! Theotokos: la que dio a luz a Dios. La Madre de Dios.
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